lunes, 1 de noviembre de 2010

La Catrina no Discrimina

Marco Antonio Valencia Salas*
La Catrina, obra del mexicano José Guadalupe Posada. Siglos XIX y XX
México DF, octubre 29 de 2010.
Estaba oficiando misa el cardenal Juan Sandoval,
cuando de repente, dio una opinión mortal:
“A esos homosexuales les irá fatal,
pues no se rigen por la ley celestial”.
Su declaración se expandió como pólvora
de tal rapidez que hasta al antiguo Palacio del Ayuntamiento llegó
y el carnal Marcelo le replicó:
“en el DF hay libertad y equidad”,
pero no entendió a Ebrard
y a Íñiguez, a la calavera le echó a andar.
La Catrina estaba disfrutando de una mandarina
cuando le llegó la noticia,
se enfureció cual hubiese consumido Efedrina,
y dijo: a Sandoval hay que darle una buena madrina”.
Un domingo por la mañana,
llegó la Catrina a Guadalajara;
Sandoval al verla,
tembló y hasta mojó la cama:
“no me lleves catrina malcriada”,
suplicó la rata de dos patas.
“Yo no discrimino nada”,
respondió la calaca;
“ni siquiera pederastas que visten sotana blanca”.
*Estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

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