martes, 9 de febrero de 2010

Sobre el significado de la ley de matrimonio

Sobre el significado de la ley de matrimonio

por Antonio Marquet
Ciertamente el punto de la seguridad social que excluye a las parejas
homosexuales apunta a que la nueva ley de matrimonio, o Ley Razú, no es
perfecta y subraya el hecho de que no hay avances totales. De hecho,
todos los avances por más grandes que sean son parciales. Es un punto
del decálogo gay. Así respondemos porque empezamos desde cero, con la
censura o con el franco repudio de nuestras familias, vecinos y
compañeros a nuestra forma de comportarnos. Para nosotros los éxitos
(siempre parciales) no son sino punto de partida. Todo gay lo sabe
porque hemos sido discriminados: nuestra generación abrió camino; las
generaciones anteriores tuvieron que vivir con una pesada losa sobre su
espalda y las anteriores vivieron con peligro de ser denunciados y
condenados a la hoguera. Los 41 fueron desterrados y condenados a
trabajos forzados y la tentación sigue latente en todas las injurias con
las que nos obsequia generosamente la caridad ecuménica cristiana. En
ese sentido hemos construido mucho: hemos cimentado grupos con fuertes
lazos emotivos. Cualquier homosexual saliendo del closet tiene que
desarrollar la habilidad para formar núcleos. En cada lugar se vuelve a
fundar células para vivir y respirar porque hemos sufrido exclusión en
nuestras familias, se nos impuso silencio en las escuelas, se nos relega
en nuestros trabajos. Como niños, adolescentes y en la edad madura,
hemos sido señalados, descalificados, insultados, golpeados,
amordazados, puestos en duda, ridiculizados por quienes se creen dueños
de la verdad y la moral, del respeto y el éxito. ¿Cómo hubiera sido la
vida de Sor Juana, del Barón de Humbolt, de los 41, de Salvador Novo, de
los Contemporáneos, del líder espiritual Castillo Peraza, si ahora
tuvieran 20 o 25 años y la sociedad les ofreciera una ley incluyente,
una condición homosexual legalizada, ciudadanizada, empoderada. Si en el
momento en que comienzan su carrera, tuvieran esta ley y una familia
legítima. Hay que imaginar qué hubiera pasado si las víctimas de Sida de
los años ochenta y noventa hubieran contado con esta ley: muchos no
hubieran muerto porque hubieran tenido acceso a medicamentos y a
tratamiento. En primer lugar, convendría recordarles a muchos que ahora
despepitan injurias, amparados con el silencio de Gobernación, que no
actuamos por nosotros; sino por nuestros muertos que no pudieron ver
este gran día, actuamos en nombre de la memoria de quienes murieron sin
atención médica y estigmatizados, abandonados por sus familias
cristianas: ¡Malhayan esas familias perseguidoras que cerraron y aún
cierran las puertas a sus hijos enfermos! ¡Malhaya el padre que quiso
enderezar a su hijo maricón a punta de golpes! ¡Malhaya el padre que
entregó a su hija lesbiana a los violadores para que la normalizaran!
Seguro que su dios los va a recompensar por esas obras pías que
realizaron con la conciencia tranquila y con el auxilio espiritual de su
confesor que los miró con misericordia cristiana: ¡obraban contra el
maligno!
El asunto del seguro social se arreglaría fácilmente, si hubiera
voluntad de hacerlo. Durante la discusión, los panistas pretendieron
negociar y ofrecer el seguro social a cambio de que no pasara la nueva
ley de matrimonio para las personas, para todas las personas. Al
hacerlo, implícitamente reconocen la marginación y la exclusión de los
homosexuales. En la discusión afirmaron que es buena y suficiente la ley
de convivencia (¿ya estarán excomulgados por sus afirmaciones que se
pueden leer en actas?) y sin embargo, se niegan a extender la ley de
convivencia a todo el país. Quien lea la versión estenográfica del
histórico debate del 21 de diciembre de 2009 puede darse cuenta de las
argucias y las contradicciones de los panistas, la miseria de sus
argumentos: optan por la superficialidad formal y no van a fondo. En una
sesión anterior de debate salieron corriendo para que no hubiera quórum,
mientras una diputada trasegaba en sus papeles para fundamentar su dicho
de que no se podía votar. ¡Fariseos! sólo esta palabra los define ¡Fariseos!
La cuestión central es que dentro del proceso de integrismo que estamos
viviendo, el Estado mexicano pierde terreno aceleradamente en la
cuestión de su laicidad. Me parece que es en este contexto en donde
debemos pensar qué significado tiene la nueva legislación. En efecto, el
poder de la iglesia se ha extendido a tal grado que debemos preguntarnos
para qué sirven las votaciones si al final de cuentas quien termina
dictando la política es la jerarquía católica, alguien que nunca se
presentó como candidato ni mostró su plan de trabajo: con ello México
pierde soberanía al inclinarse por las homilías del papa del uniforme nazi.
Ahora, la comunidad gay está en el mero frente de una lucha y esto no se
debe a que nos tocan nuestros quince minutos de fama: al igual que las
mujeres que dicen “en mi cuerpo mando yo”; al igual que los indios que
piden dignidad; al igual que los padres de la guardería abc que piden
justicia a un gobierno que mete a los niños en almacenes (así velan por
la niñez); al igual que las víctimas de secuestro que exigen que si el
gobierno no puede garantizar la seguridad, están obligados moralmente a
dimitir; al igual que cada inconforme en este país, la comunidad LGBTTT
es el terreno donde se ha cavado la trinchera en donde se decidirá si se
va a construir un México moderno o se va a dar oído a la arquidiócesis
para acentuar el fuerte retroceso que vive la economía y la sociedad que
está confrontada a más no poder. El ejemplo de las mujeres es
escalofriante pues en 18 estados de la república retrocedieron a la
situación jurídica de 1857: con sólo nueve años en el poder, el
conservadurismo produjo de manera consciente y negociada entre las
legislaturas verdipriistas y la iglesia, un retroceso brutal de 150 años:
En su momento, la promulgación de la ley que despenalizó la interrupción
del embarazo generó en el lugar común conservador una reacción de
descontento que hasta la fecha se ha traducido en una oleada de cambios
legislativos en varios estados, modificaciones que llevan los derechos
de la mujer atrás del año 1857. No es una exageración, ya que después de
esa fecha el aborto por violación o por problemas de salud dejó de ser
criminalizado.[1]
Sería absurdo pensar que el PRD toma la bandera del arco iris porque
quiere obtener votos lilas. Hay una fórmula segura para calcular el
número de lilivotos que ganaría: la cifra estaría en relación directa
con las sociedades de convivencia que se han firmado en un año: 235[2]
. Mientras que el número de
votos que (a juzgar por la reacción inflamada de la población en sus
expresiones de odio) perdieron concretamente, es incalculable porque la
embestida católica ha sido brutal: Rivera Serrano los declaró "fuerza
del maligno" ayer 29 de diciembre de 2009, fecha histórica en que se
publicó en la gaceta la nueva ley de matrimonio que regirá para la muy
noble y leal Ciudad de México. No se trata de arribismo, ni se puede
contabilizar en votos el significado profundo de esta nueva ley de
matrimonio: lo que está en juego es una concepción del Estado mexicano
que debe consolidar la laicidad. Sería miope considerar esta intensa
labor legal, sólo como una pugna política: es una lucha simbólica
trascendente por construir una nueva sociedad que esté basada en
derechos humanos y no en la ética cristiana de obediencia para los
hombres heterosexuales y silencio y obediencia para las mujeres
heterosexuales porque el sexismo tiene una historia milenaria. El
entramado social que se propone, descansa en la ciudadanización y en la
convicción de que no se construye nada a golpes de pecho. Lo que está en
juego es decidir si debemos vivir en el quietismo de la oración o
trabajar incansablemente por la igualdad. En el nuevo orden, el
ciudadano no pide nada a Dios; trabaja para construir. Cuando los
panistas ridículamente insistieron en que ellos eran los precursores del
movimiento feminista, fue una mujer quien puntualizó firmemente que a
las mujeres no les dieron nada, cada uno de los logros ha sido a fuerza
de lucha:

Qué difícil es luchar por los derechos. La verdad es que quienes tenemos
tantos años trabajando por los derechos de las mujeres sabemos lo
difícil y lo cuesta arriba que es lograr por lo menos ponerlos primero
en la mesa de los debates, que sean parte de la agenda de discusión de
los gobiernos y que sean parte de las agendas de discusión de las
legislaturas. Ese ha sido parte de los procesos de enfrentar prejuicios,
dogmas, todo eso nosotros lo hemos contemplado. Cuántas décadas, medio
siglo del siglo pasado tuvimos que batallar las mujeres luchando,
saliendo a las calles, haciendo congresos feministas para lograr tener
el voto. Logramos arrancar el voto de las mujeres, no nos fue concedido…

Maricela Contreras Julián (pp. 37-38)

La disyuntiva es vivir sometido a una jerarquía o construir al hombre
libre que puede, y debe, inventar una ética, un horizonte de valores
personales que rijan en el ámbito personal y lo hagan despegar: siendo
su mayor empresa en la vida construirse a sí mismo a través de acciones
concretas. Los nuevos instrumentos legales, de los cuales esta ley de
matrimonio solo es uno, tiene que ver con una lucha por la libertad para
que el sujeto producido por la ley laica actúe responsablemente y viva
libremente en la polis. En suma, es una pugna por modernizar a México:
es nada menos que la revolución de 2010. Es una lucha porque el hombre
tenga toda la responsabilidad de su acción y de su conciencia. La
palabra central es justamente responsabilidad: que él responda por sí
mismo, no dios, su confesor o su confesión. Eso significa actuar en
contra de una concepción de feligreses que viven como autómatas bajo las
órdenes de un jerarca. Esto significa salir de la conciencia de culpa y
de rezar diez aves marías para negociar las consecuencias del pecado. La
obra de la mujer y el hombre tiene que concretarse en la acción social,
política, empresarial, artística, educativa, familiar. No en el pecado y
en el temor en el juicio final
¿Mañana México va a ser un redil de ovejas dóciles o una sociedad
diversa y respetuosa de hombres y mujeres libres? Vamos a ser un país de
autómatas teledirigidos o de gente que puede transformar desde el
sistema jurídico hasta el mundo regido por los monopolios, las
tradiciones escleróticas, los conceptos de familia, la sociedad, los
paradigmas científicos y culturales... Se trata de la confrontación de
dos fuerzas: la un hombre que repite (oraciones, los mandamientos de la
ley de dios, el catecismo) o un hombre que crea libremente, que se crea
y tiene capacidad (y la responsabilidad) para transformar el mundo
social, laboral, político, técnico, científico, artístico.
¿Queremos un país de estigmas o uno de igualdad?: Sería un desatino
pensar que la única etiqueta es maricón y heterosexual, sano y enfermo,
pervertido y "natural". Debemos preguntarnos por la economía del estigma
y observar cuál es su política. Así como se crea el estigma de lo
aberrrante, se difunde el estigma del naco, se utiliza la etiqueta del
indio, el cartabón del estudiante de universidad pública, el estigma
asociado al aborto, al VIH, al minusválido, al código postal, a la
eutanasia, a los productos que no son de marca... De pronto nos damos
cuenta de que todos somos presos de las feroces leyes del estigma y lo
imponemos o lo sufrimos. Una sociedad desigual y que se regodea en ello,
produce el estigma que se fortalece desde una posición de poder para
excluir y marginar, se multiplica para manipular, se repite para
mantener a los excluidos en calidad de marginados perpetuos. En el
México de ahora las etiquetas se han definido de una manera más acusada:
actúan como fronteras que no se pueden traspasar. Al menos Canadá y
Estados Unidos publican los requisitos para obtener un visado, cobran
por él. En el rígido sistema de desigualdad en el que vivimos no hay
visados: como mujer, naco, indio, homosexual, trans, pobre,
seropositivo, lesbiana, viejo, madre soltera... hay una perspectiva: ¡te
chingas! o mejor digámoslo de una manera suave, educada y católica: ¡te
hincas! ¡te resignas cristianamente! Como estigmatizado te quedarás en
el retén a esperar el juicio final. Porque aquí todo está reservado para
el patriarca, lo mejor es para el jerarca, quien se sirve con la cuchara
grande es el jefe supremo, las sumas fabulosas son para el capo, el
siete por ciento del PIB es para la lidereza sindical a perpetuidad, los
latifundios son para el cacique, la exención de impuestos y las
prebendas para el patrón...
Tienen los panistas mucha razón en citar la autoridad de la etimología:
así como el matrimonio proviene de madre y en nombre de ello decretan la
exclusión del matrimonio a los homosexuales (las lesbianas también son
madres); la patria está reservada para el padre. Éste es justamente su
ideal: una patria patriarcal, del padre y para el padre y patrullada por
dios padre o su represente en la tierra: el santo padre. Y sólo un
concepto de familia empobrecido hasta quedar como la fábrica de
procreación de patriarcas (¿y los demás somos manada?): claro está que
se trata de una familia de güeritos, de cristianos viejos, de criollos,
de familias bien, de familias antiguas bendecidas con un apellido y una
hacienda. El programa simbólico de la nueva ley de matrimonio para todas
las personas es que la patria es para todos, la familia es un derecho
que todos pueden ejercer, porque en el varón heterosexual, gay o
transgénero y en la mujer heterosexual, lesbiana o transgénero sólo
mandan ellos: en su cuerpo, en su conciencia, en su deseo, en sus
proyectos. Quienes presentaron el proyecto de la nueva ley de matrimonio
no citan las etimologías como argumento simple y llanamente porque el
castellano es una lengua de imposición, de sangre que entró con la cruz
y provocó el genocidio y el apartheid más prolongado: los indios viven
todavía ahora en sus "comunidades", es decir, en un Apartheid, en una
Palestina con muros más altos y permanentes.
Agradecería mucho que alguien me pudiera recordar qué países católicos
están al frente del avance social, científico, tecnológico, económico,
industrial… en el mundo donde el catolicismo no es más que una secta
minoritaria ¿Se debe al catolicismo el milagro emiratí, el milagro
japonés, chino, indio, escandinavo, coreano, canadiense, alemán,
australiano, irlandés, brasileño? ¿Son estos países producto de un
milagro que se los hizo el dios católico o esos países han llegado a
donde están a través del trabajo y la decisión de transformar sus
horizontes? ¿Estos países han obtenido sus éxitos porque repitieron cien
mil padres nuestros y cien mil aves marías o porque se lanzaron en las
vías del cambio, la innovación y la justicia social? Curiosamente es en
los países donde se ha producido un mayor avance social en donde se
reconoce el derecho de los homosexuales al matrimonio y a adoptar. Es en
ciudades desarrolladas donde se ha votado por alcaldes homosexuales como
París, Berlín, Houston y sin duda vienen muchas más... A los países
católicos los veo sumidos en crisis muy fuertes como Italia, España,
Honduras, Colombia, Venezuela, Polonia... Habría que evocar el modelo
católico de Berlusconi y de los hermanos polacos, la derrota del PP
español sumido en escándalos de corrupción. A los países católicos los
veo en un proceso de integrismo acelerado en relación inversa del
crecimiento de sus economías y de los sistemas de seguridad social y de
impartición de justicia. El ideal católico tal como se juega en México,
se parece más a Teherán que a París, Tokio o Madrid. La bancarrota de la
iglesia católica y de sus modelos de gobierno (un gobierno de
empresarios para empresarios) es evidente en todos los terrenos. México
está en un proceso de empobrecimiento acelerado, sin las reformas
necesarias que le aseguren por lo menos una esperanza. Es un estado
fallido porque espera hincado el reino de dios todopoderoso, creador del
cielo y del infierno, de la demagogia y la flagrante ineptitud
gubernamental, del monopolio y el narcomenudeo, de los condominios de
lujo y las ciudades perdidas, de los campos de golf y los hacinados
prostíbulos de menores de edad esclavizadas en Chiapas (un mal menor
según el arzobispo de Morelia), un Dios instigador de la misoginia y la
homofobia, de las cruzadas fracasadas y del marketing político…
Por la crisis han quebrado más de 10,000 empresas y el ritmo de
crecimiento ha sido de 1,8 con la "transición a la democracia".
Socialmente todo mundo sabe que la distribución de la riqueza se ha
polarizado: este año 11 millones de nuevos pobres (Calderón, el pequeño,
afirma que sólo son 6 milloncitos de pobres: ¡qué canallada sería jugar
a regatear en asuntos tan dolorosos!). En México no hay perspectiva
laboral, educativa, social, política ¿y encima de todo tenemos que estar
en la cama rezando y procreando (con diosito y un curita voyeuristas)?
Calderón dice que estamos blindados y hay que escuchar lo que afirma con
tal vehemencia: efectivamente estamos herméticamente encerrados en un
callejón de conservadurismo sin salida. México efectivamente es
inexpugnable a la modernización, al cambio, a la igualdad. ¿Debemos
aplaudir este blindaje?
Que por lo menos tengan en valor de asumir su fracaso contundente en
todos los terrenos. Es su responsabilidad. ¡Es una cobardía atribuir
todo a que la crisis vino de fuera cuando estábamos tan bien! Como si la
existencia de otros países en la región no estuvieran allí para
desmentir las cuentas alegres de un sistema paternalista católico, sólo
que al decir paternalismo se refieren al padre de la horda primitiva,
iracundo, impositivo e inepto. Basta de mentiras: México nunca ha estado
peor. Por ello hay que construir desde abajo, desde el orden legal.
La sobrevigilancia de los homosexuales, el desconocimiento integrista de
sus derechos, la presteza primero para la estigmatización y el
linchamiento inmediato, la ira inflamada, innegablemente sobreactuada de
los panistas no oculta más que una cosa: el fracaso del modelo
conservador en todos los aspectos de gobierno: economía, bienestar
social, creación de empleos, lucha contra la corrupción, salud,
educación, administración de justicia… Utilizar a un chivo expiatorio
brinda la única posibilidad de sentirse superiores moralmente, ahí donde
todos los indicadores apuntan hacia un fracaso contundente de quienes se
creen poseedores de todas las verdades:

En 2009, México ha enfrentado desafíos que exhibieron las debilidades
estructurales de la economía. Lejos de las declaraciones políticas que
nos suponían blindados contra el ciclo de Estados Unidos, lo que el 2009
nos mostró es un país que no tiene los mecanismos de finanzas públicas
adecuados para impulsar su crecimiento económico, generar empleo,
mejorar la seguridad pública y social, y alcanzar la solución real
contra el flagelo de la pobreza.

Tecnológico de Monterrey, “2009: la crisis del modelo económico”

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