lunes, 23 de enero de 2012

La PGR deberá rendir cuentas sobre violaciones a los derechos humanos

Esperamos no escuchar más rollos, sino acciones concretas, afirma Jody Williams

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Jody Williams, premio Nobel de la Paz 1997, durante la conferencia de prensa que ofreció ayer en el Claustro de Sor JuanaFoto Marco Peláez
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Lunes 23 de enero de 2012, p. 18

La procuradora general de la República, Marisela Morales, y parte de su equipo tendrán que responder a las interrogantes de una delegación de Iniciativa de Mujeres Nobel, encabezada por la premio Nobel de la Paz 1997 Jody Williams e integrada por una docena de juristas, defensoras y periodistas de Estados Unidos y Canadá, después de que éstas escuchen durante dos días –ayer en el Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz y hoy en la escuela normal de Ayotzinapa, Guerrero– los testimonios de decenas de mujeres víctimas, familiares de víctimas y defensoras de los derechos humanos.

“Vamos a la PGR –donde también serán atendidas por la titular de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, Angélica Herrera, y Dilcia García, de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres– con preguntas muy concretas que nos han transmitido las mujeres con quienes hemos dialogado. Entre otras cosas demandaremos: ¿qué medidas concretas se han tomado para cumplir con las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por desapariciones y violaciones? ¿Por qué, pese a medidas cautelares, las defensoras de derechos humanos y familiares de víctimas siguen siendo amenazadas y acosadas? ¿Por qué no existen todavía bases de datos, mecanismos y protocolos para localizar personas desaparecidas?”, indicó ayer Jody Williams en rueda de prensa.

Y esperamos no escuchar más rollos, que no nos digan que van a crear un comité de esto, de lo otro. Esperamos acciones concretas, añadió.

En las cuatro sentencias que ha emitido la CIDH sobre temas mexicanos –la violación por militares de dos indígenas mephá de Guerrero, los cuatro casos de jóvenes asesinadas en el Campo Algodonero de Ciudad Juárez, la desaparición de Rosendo Radilla y la tortura a dos campesinos ecologistas de Petatlán– se exige al gobierno mexicano concretar medidas cuyo cumplimiento sigue pendiente. Vamos a demandar que nos expliquen por qué ese incumplimiento. Y ojalá que no se salgan por la tangente.

La sesión matutina del domingo, que se prolongó hasta las primeras horas de la tarde, alcanzó momentos de intensa emotividad. Por el micrófono desfilaron mujeres cuyas voces ya son conocidas por la opinión pública mexicana gracias a su activismo en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, pero que siguen impactando porque al agravio inicial se suma la impunidad y la inacción gubernamental continuada.

Así hablaron de su peregrinar sin justicia María Herrera, la madre de Pajacuarán, Michoacán, que busca a cuatro hijos desaparecidos en Guerrero desde 2008; una hija de Olga Reyes Salazar –familia diezmada, siete miembros asesinados– en Ciudad Juárez; la defensora de los derechos humanos de Chiapas Margarita Martínez, secuestrada, torturada y amenazada; Olga Esparza, con una hija desaparecida y quien habló en nombre de 25 madres juarenses que buscan a hijas desaparecidas (de 150 casos documentados) en los pasados tres años.

Cerca de 50 narraciones a lo largo de seis horas y muchos pañuelos desechados después, la delegación internacional –a la que finalmente no se sumó la premio Nobel guatemalteca Rigoberta Menchú– tenía una idea muy precisa del actual panorama de violencia en México, incluida la práctica sistemática de la tortura, la persistencia de redes de trata de personas con protección de las autoridades, la vulnerabilidad de los activistas defensores de los derechos humanos, la impunidad que cobija a militares y policías y la incapacidad de las instancias de gobierno para proteger a sus ciudadanos y procurar justicia.

Para concluir la sesión, Jody Williams, luchadora que siempre estuvo en la escena de las protestas estadunidenses desde su juventud, desde la oposición a la guerra en Vietnam hasta el actual movimiento de Ocupa Wall Street, intentó conjurar en el colectivo de mujeres el sentimiento de derrota que se cernía sobre la reunión.

Recuerdo un día en San Salvador Atenco, cuando me disponía a pronunciar unas palabras frente a una asamblea del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Alguien me tocó el hombro. Era Trinidad Ramírez (ella había asumido el liderazgo, ya que su marido, Ignacio del Valle, seguía preso). Y me dijo al oído: la esperanza, no olvides mencionar la esperanza. Y eso es lo que no podemos olvidar. Eso, y que es hora de que las mujeres nos unamos para cambiar el mundo.

Este lunes, en Chilpancingo, en un programa preparado por la organización Tlachinollan, escucharán testimonios de mujeres na savi de la comunidad de Metlatónoc; de representantes de la organización Futuro para los Pueblos Mixtecos; de mujeres amuzgas de la Radio Ñomndaa y de la Cooperativa de Xochistlahuaca; de Tita Radilla; de la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos, Obtilia Eugenio Manuel; de la Organización del Pueblo Indígena Me’phaa; de familiares de los estudiantes asesinados de la Normal Rural de Ayotzinapa, y de mujeres jornaleras y migrantes

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