lunes, 10 de octubre de 2011

Pames cambian de religión con la esperanza de salir de pobres

Aseguran que han sido excluidos de la entrega de apoyos oficiales

El nuncio apostólico no atendió petición de enviarles un cura

Les permitirán incorporar rituales tradicionales en misas

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Niñas pames de San Luis Potosí, algunas vestidas con atuendo tradicional, acuden a la ceremonia de bautizo de la Iglesia anglicanaFoto Miguel Ángel Reyna
Miguel Ángel Reyna
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 10 de octubre de 2011, p. 28

San Luis Potosí SLP, 9 de octubre. Llegaron poco a poco, desconfiados, en pequeños grupos familiares. Con sus vestidos de domingo algunos, con sus atuendos de talacha otros, pero todos con la esperanza de que esta vez sí les cumplirían la promesa de la visita de un obispo. Esperaban un oficio religioso que hace mucho no se realizaba en su comunidad.

Los xi-iuy (pames del norte) son una de las pocas etnias que sobreviven en San Luis Potosí. Representan apenas 3 por ciento de la población del estado, y aunque su población es casi tan numerosa como la pame del sur, las autoridades estatales no la consideran parte de ese grupo indígena, lo que ha motivado una lucha entre Sebastián de la Cruz Olvera, gobernador tradicional pame, y un grupo de miembros de su comunidad –asentada en los municipios de Tamasopo y Rayón, en los límites entre las zonas media y Huasteca del estado– por obtener reconocimiento oficial y apoyos, sobre todo para combate a la pobreza.

Esta falta de reconocimiento oficial los excluyó hasta de la Iglesia católica romana, cuyos ministros se niegan a visitar sus poblados, agrupados en lo que los indígenas llaman La Nueva Palma.

El clero católico romano desoyó su petición de servicios religiosos. Incluso pidieron un cura al entonces nuncio apostólico Christophe Pierre cuando visitó Ciudad Valles, el 27 de noviembre de 2010, con motivo del 50 aniversario de la diócesis local. Aunque entregaron la solicitud en mano, tampoco hubo respuesta.

Por eso acudieron a la Iglesia católica anglicana, de reciente llegada a San Luis Potosí, que puso una serie de condiciones para aceptarlos. Los pames expresaron su deseo de incorporar rituales tradicionales a las ceremonias religiosas para preservar sus usos y costumbres.

El 10 de julio, en asamblea, los miembros de la comunidad aceptaron dejar la Iglesia católica romana para acogerse al rito anglicano. Estuvieron de fiesta, pues a la comunidad llegó Lino Rodríguez Amaro, obispo de la diócesis anglicana de occidente, para impartir sacramentos a los nuevos miembros de su Iglesia.

Muchos no alcanzaron a llegar desde lo alto de la sierra, en Tamasopo, o simplemente no creían que el obispo los visitaría. Cuando escucharon los cohetes con que se avisó del inicio de los servicios religiosos, ya era tarde.

La nueva congregación anglicana adoptó el nombre de San Francisco de Asís y los indígenas xi-iuy festejaron con danzas y la ceremonia de los Cuatro Vientos su ingreso a la nueva Iglesia.

Los pames del norte tienen la esperanza de la Iglesia anglicana mejore su situación. Piden que alguien les explique cuál es el problema que reportó el gobierno del estado, que impide que la Secretaría de Desarrollo Social federal autorice la ampliación del programa Vivienda Digna rural, aunque se trate de habitaciones de 2.5 por 2.5 metros, donde apenas cabe una mesa para cuatro personas, pero es la única forma de tener un techo.

Los programas productivos no llegan a Rayón ni a Tamasopo. Se detienen en los asentamientos de los mestizos, pero los indígenas confían en que el cambio de fe eliminará las trabas para mejorar su nivel de vida.

Los pames viven de la agricultura de autoconsumo. Algunas mujeres, las menos, preparan alimentos para vender. Carecen de agua potable, energía eléctrica y servicio telefónico; por eso acuden constantemente a las dependencias federales, incluso en la ciudad de México, para tramitar apoyos para proyectos que lleven desarrollo a su gente, pues para el gobierno estatal, aseguran, simplemente no existen.

Interrogado sobre la participación que podría tener la Iglesia anglicana en el desarrollo de esta comunidad, el obispo Rodríguez Amaro explicó que aunque ya se tiene prevista su inclusión en algunos programas de ayuda, el clero debe conocer mejor las necesidades de este pueblo para elaborar proyectos específicos.

Adelantó que se promoverán las artesanías de los indígenas, con ayuda de congregaciones anglicanas en Estados Unidos y Canadá, que les ayudarían a vender sus productos

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