lunes, 17 de octubre de 2011

Afirmar que ocupación del último vagón del metro es una conquista gay, es una “aberración estúpida”: académico

  • ¿Qué tanto derecho tiene un homosexual para llevar su vida íntima al espacio público?, se pregunta
  • Guillermo Montalvo Fuentes
    México DF, septiembre 29 de 2011.
    ¿Qué tanto derecho tiene un homosexual para llevar su vida íntima al espacio público?, fue la pregunta que hizo el doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, Héctor Salinas Hernández, al hablar sobre homoerotismo en lugares como los baños de centros comerciales, parques o el último vagón del metro.
    Aunque en tono de broma inició su participación con la frase “yo confieso que he metreado”, el académico mantuvo una postura crítica en torno a la ocupación de los espacios públicos para el encuentro sexual entre hombres, esto durante una conferencia que ofreció en la Facultad de Ingeniería, como parte de la Tercera Jornada de Diversidad Sexual de la UNAM.
    Salinas dijo no compartir la opinión de algunos activistas sociales quienes consideran que la existencia de un último vagón del metro es una conquista del movimiento de la diversidad sexual; para él, decir esto es una “aberración estúpida”.
    El especialista afirmó categóricamente: “erradicar la discriminación y los crímenes de odio por homofobia, reconocer jurídicamente a las personas transexuales o garantizar la seguridad social a los matrimonios del mismo sexo, esas sí son verdaderas demandas sociales, perdón, puede sonar muy crudo, pero coger a la mitad de la calle como cogen mis perros, eso no es una demanda social”.
    Al decir esto el especialista señaló no temer ser llamado “neopanista” o “moralista”, pues dijo no basar sus comentarios en una cuestión moral, sino en la necesidad de que hombres y mujeres ejerzan una “ciudadanía desde lo sexual”.
    El también académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México pugnó por una “democratización sexual”, pues lo importante, aseguró, es luchar para que la heteronormatividad no reduzca los encuentros sexuales entre hombres a prácticas clandestinas, “sólo así dejaremos de reapropiarnos de espacios públicos que no fueron concebidos para el sexo”, concluyó.

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