Copainala, Chis., 14 de enero. Desde hace tiempo anda solo; sus seis hijos se casaron y a su esposa Jacinta le entró la depresión y le afectó la mente. Ahora, con 71 años a cuestas, desgarbado, procura su subsistencia sembrando en su parcela algunas frutas y verduras como frijol, chayote, cacatal, limón y lima.
Joaquín González Aguilar es uno de los cientos de indígenas zoques pobrísimos que baja de su comunidad para reunirse con Andrés Manuel López Obrador. Bajito, enjuto, con sombrero raído de la corona, escucha sin desconfianza cuando se le pregunta por qué llegó a la plaza del pueblo al mitin del precandidato presidencial:
A veces, por lo pobres que andamos, nos quieren ver la cara los demás. Estoy aquí porque lo he metido en mi cabeza que debemos cambiar. Si viera, la familia quiere estudiar y no hay oportunidad. Y yo estoy grande, pero viene la familia detrás. Así, con estos años, yo siembro maíz, frijol, cacatales (fruto verde, rico en vitamina C), chayote, naranja, limón y lima.
Cuando recuerda a Jacinta se le nublan los ojos. Sí tengo esposa, pero tiene dos años enferma...
–¿Y cómo la atiende? –se le pregunta.
–Sí, la estaba llevando al doctor, pero resulta que se nos acabó el recurso. Ya pasaron muchos gobernantes y candidatos por aquí y sólo prometen, pero no cumplen. A mí se me había acabado la esperanza de que cambiara todo esto.
Pero el licenciado Andrés Manuel me convenció, porque allá, en México, sí dio apoyo a la gente, !para que se levantara del suelo! Y él es el único que ha venido aquí a mi pueblo.
–¿Usted cree que el precandidato cumpla sus promesas?
–Sí, siempre lo ha hecho, yo creo que va a cambiar la cosa con él, sí, sí creo
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