Hay unas 20 ciudades bien monitoreadas; en otras hay equipo, pero las mediciones no son constantes ni tienen el mantenimiento adecuado, dijo Amparo Martínez Arroyo en entrevista con La JornadaFoto José Antonio López
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Lunes 4 de noviembre de 2013, p. 41
Lunes 4 de noviembre de 2013, p. 41
La medición de la calidad del aire en las ciudades del país es una asignatura pendiente, afirma Amparo Martinez Arroyo, directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc). Sostiene que se debe impulsar el establecimiento de redes de monitoreo, que sean homogéneas y midan los contaminantes por región para contar con información que permita tomar decisiones.
Al frente del Inecc desde hace dos meses, luego de que fue directora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México de 2009 a agosto de 2013, llega a este organismo que está en proceso de restructuración luego de que la Ley de Cambio Climático ordenó su creación.
En entrevista con La Jornada, señala que de unos años para acá, con los problemas ambientales que existen ha sido más claro que no se pueden tomar decisiones políticas sin conocimiento,
menos cuando se trata de intervenciones en el ambiente, de medidas de mediano, corto o largo plazos, que impliquen impactos en la biodiversidad, en lo que respiramos.
Sostiene que entre los objetivos que se ha fijado al frente del Inecc, está
consolidar, ampliar y reforzar el monitoreo atmosférico en el territorio nacional. Conocemos con bastante precisión la calidad del aire en la ciudad de México, pero conocemos menos el funcionamiento de las cuencas atmosféricas del país y la forma en que se informa.
Agrega que durante mucho tiempo se pensó en los estados que la contaminación
era un problema de los chilangos, cuando en realidad no se medía en el resto de las entidades. Cuando empezamos a medirlas vimos que el problema es generalizado, en unos lugares es mayor o menor, y con distintas características.
Explica que el monitoreo atmosférico nacional es una responsabilidad de cada entidad, pero el Inecc tiene que dar lineamientos, ver que se realice bien, que sean comparativos y que las metodologías sean las adecuadas.
Hay unas 20 ciudades bien monitoreadas, en otras hay equipos, pero las mediciones no son constantes ni tienen el mantenimiento adecuado.
El Clean Air Institute dice que en México sólo cinco redes funcionan bien, lo cual es poco, agrega.
Siempre hemos sabido de los problemas que la contaminación ocasiona para la salud, recientemente la Organización Mundial de la Salud lo reconoció, refiere Martínez Arroyo. En América Latina hay alrededor de 100 millones de personas que están expuestas todo el tiempo a concentraciones de contaminantes que están por arriba de lo que recomienda ese organismo internacional, apunta.
Respecto de la demanda de actualización de las normas de calidad del aire por parte de organizaciones no gubernamentales, considera que a veces las normas, si no implican cambios tecnológicos, pueden quedar en letra muerta.
La obligación es hacer estudios serios de cuánto estamos sobrepasando la norma y dónde. Sabemos muy poco. Si no hacemos análisis de la cuenca y lo que pasa, no sabremos si la contaminación es importada o exportada, pues el aire no tiene fronteras.
Lo que ya no puede esperar es la producción de gasolinas con ultra bajo azufre,
existe la tecnologías para hacerlo. Las normas son una parte, pero al mismo tiempo tenemos que ir con lo tecnológico y social, mejorar el transporte público en todos lados, que la gente use menos el auto. Si no vamos cambiando estas cosas, ya podemos poner las normas más exigentes y no pasará nada.
Considera que si no ligamos más la información de los sistemas de salud con lo que está en el aire, vamos a poder contribuir poco.
En el Inecc tenemos obligación de integrar y dar ese conocimiento. Para que las decisiones se tomen con base en cuestiones reales. Incluso en algunos momentos puede haber políticas ambientales que pueden ser cosméticas o de respuesta a cierta presión, pero no resuelven las cosas, porque no se basan en el conocimiento para arreglar la situación, sino en prejuicios u otras cosas.
Agrega que los institutos de investigación del Estado deben ser creíbles y comprometerse a pugnar porque las decisiones que se tomen sean a partir del conocimiento disponible