Las cirugías para bajar de peso son de alto riesgo y se deben practicar únicamente después de verificar, con apoyo de un equipo médico multidisciplinario, que el paciente reúne las condiciones físicas y de salud necesarias para soportar el procedimiento y, sobre todo, asegurar que será capaz de modificar radicalmente sus hábitos alimenticios y por el resto de su vida, afirmó David Montalvo Castro, presidente del Colegio Mexicano de Bariatría.
Esa es la finalidad de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 008 para el tratamiento integral del sobrepeso y la obesidad, pues determina el procedimiento general y mínimo que deben seguir los médicos antes de llevar a una persona a un procedimiento que mal manejado, puede provocar daños a la salud, además de que es irreversible.
Montalvo Castro se refirió, en entrevista, al fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que declaró inconstitucional la NOM para el manejo integral de la obesidad, la número 174, derogada a partir de octubre de 2010, cuando entró en vigor el nuevo ordenamiento, la 008.
Explicó que la operación quirúrgica es el último recurso de que disponen las personas que pesan 140 kilogramos o más y que luego de diversos intentos por bajarlos, no lo consiguen. Montalvo llamó la atención sobre el hecho de para que alcanzar tales niveles de obesidad debieron transcurrir alrededor de 15 años, durante los cuales el organismo y su funcionamiento se modificaron; es decir, no responden igual que el de individuos con peso normal.
Por eso la importancia de la participación de médicos especialistas en diferentes áreas como la endocrinología, cardiología y sicología, entre otras, que anticipen o detecten de manera oportuna cualquier factor de riesgo ante la cirugía. Señaló que cualquier opinión contraria de alguno de los expertos puede ser suficiente para no realizar la operación.
Puso como ejemplo el caso de la evaluación sicológica; si el especialista determina que el paciente carece de las habilidades para comprometerse con un cambio en sus hábitos alimenticios después de la cirugía, lo más probable es que la decisión sea detener el proceso.
Montalvo afirmó que esto es así por la seguridad del paciente y con el fin de evitar complicaciones posteriores. En el ejemplo de referencia, una vez efectuada la operación quirúrgica, la modificación que se realiza en el aparato digestivo obliga al individuo a reducir de manera drástica el volumen de alimento a ingerir. Con una cucharada de más que se lleve a la boca puede ser suficiente para provocar náuseas y vómito
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De continuar esta práctica, el riesgo es que por el esfuerzo que representa el vómito se puede provocar una fisura en el estómago y una eventual peritonitis por la fuga de ácidos, apuntó.
Montalvo, también consejero fundador del Consejo Mexicano para la Evaluación del Estudio de la Obesidad, asociación civil, consideró que la resolución de la Corte puede ser riesgosa, sobre todo en la práctica privada, pues algunos médicos podrían caer en el juego de que como no hay necesidad de atender lo que señala la NOM, pueden ofrecer la cirugía a cualquier persona
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