–Pero, ¿tuviste al bebé?
–Sí, nació bien.
–¿Dónde está?
–¿El bebé? Los tres últimos están allá y los tres primeros están aquí –contesta Alma, y con las dos manos señala su vientre.
De inmediato voltea hacia donde están los médicos, y afirma: es cierto, sí tengo asco, mareos y antojos, ganas de comer Pingüinos
.
Alma tiene 25 años y sufre trastorno esquizoafectivo. Efectivamente tiene un hijo, y desde que llegó al hospital siquiátrico afirma que está embarazada. El primer día, recordó la médica Cecilia Bautista, responsable del área, Alma despertó a todas las pacientes. Aseguraba que su bebé ya iba a nacer.
–¿Por qué estás aquí?
–Mi tía me enterró. Dice que estoy loca, pero no es cierto. Estoy desesperada porque no me quieren dar de alta los doctores y ya me siento mejor. Hable con ellos, ¿no? Porque si no, armo una revolución, hablo a contraloría (para quejarme) de que nos están dañando las enfermeras, algunas que son muy groseras.
–¿Qué dice tu tía?
–Vengo porque me pongo malita. Me tienen que ajustar el medicamento para que no nazca mal mi bebé… mi enfermedad es déficit de atención, algo afectivo… falta de cariño que no me dieron mis papás. Me dieron cosas y todo, pero no me daban cariño.
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