Domingo 25 de marzo de 2012, p. 11
León, Gto., 24 de marzo. Doce años decalvario
parecen no tener fin para María. A pesar de enfrentar el poder de la arquidiócesis de León, la mujer ganó un juicio civil para que el sacerdote Salvador Saavedra Ramírez reconociera la paternidad de su hijo de 12 años.
Antes de que el caso llegara a los tribunales, María quiso exponerlo ante el arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago, hoy anfitrión de Benedicto XVI; su vocero, el cura Raúl Villegas, se limitó a decir: Haz lo que quieras
.
El juez quinto de partido de la ciudad de León, Daniel Morales Morales, tuvo que fallar a favor de María después de que un amparo federal lo obligó a que ordenara la aplicación de pruebas de ácido desoxirribonucleico (ADN).
Una vez llevados a cabo los trabajos científicos que corresponden al peritaje, el perito concluyó, como su colega, que la paternidad de (Abraham) le corresponde a Salvador Saavedra Ramírez. Se reconoce así el vínculo de consanguinidad y quedando establecida entre dichas partes la filiación como estado jurídico
, establece la sentencia emitida el 15 de marzo de 2012.
Fernando Encarnación Vilches Muñoz, abogado del cura, logró que el juez estableciera una pensión de 2 mil 500 pesos mensuales, al argumentar que el religioso sólo tenía ingresos de 8 mil pesos, recordó María, quien acudió a la presentación del libro La voluntad de no saber, de Alberto Athié, José Barba y Fernando González.
Estoy muy desesperada porque a pesar de que hay un fallo a mi favor, no veo nada. Para enfrentar el juicio tuve que vender mi casa, tan sólo en la prueba de ADN gasté 18 mil pesos
, relató a La Jornada.
El acercamiento
En 1988, la madre de Abraham tenía 15 años, dejó su casa por los problemas que padecía al ser parte de una familia disfuncional. En la ciudad de Guanajuato, una amiga le presentó al sacerdote Salvador Saavedra, que entonces tenía 27 años.
Él estaba recién ordenado, estaba en la basílica de Guanajuato y se convirtió en mi protector; habló con religiosas de León para que me dieran asilo. Me daba dinero y regalos
, narró.
Años después, María salió del convento donde vivía y anduvo de aquí para allá
; aunque el sacerdote estaba en Italia, continuó teniendo contacto con él, incluso le consiguió trabajo en la clínica de su hermano, el doctor Agustín Saavedra.
Tuve un novio y resulté embarazada. El padre me dijo que no había necesidad de casarme, que ellos me apoyarían. Me consiguieron asilo en otro convento, del cual me pidieron irme cuando di a luz, pues ya no era un lugar apto para mí
, relató.
Con la mirada triste, María recuerda que vivió un tiempo con su pareja, a la cual dejó porque constantemente la golpeaba.
Llegué llorando con Salvador, me vio golpeada, me pasó a su habitación, acostó al niño y me empezó a besar; en otra ocasión lo había hecho, pero al ver mi desconcierto prometió no repetirlo. Pero ahora me acarició y tuvimos relaciones sexuales
, comentó la mujer, que en ese entonces tenía 26 años.
La transformación
Un mes después, María regresó con el sacerdote para darle una noticia: estoy embarazada
, palabras que lo transformaron
, pues me dijo: no me puedo responsabilizar, tú me sedujiste; eres una liberal
.
La respuesta fue un golpe duro al corazón: le dije que se apiadara de mí, que no tenía a nadie; me dio 500 pesos y me pidió que no lo volviera a buscar
.
María siguió adelante; logró obtener una casa por medio del Infonavit y parecía que la vida le sonreía por primera vez. Sin embargo, en 2009, debido a la emergencia sanitaria por la influenza, perdió su trabajo y no pudo pagar un préstamo.
Acudió con el abogado Carlos Escalante Muñoz para que la asesorara. Ahí le narró su situación con el cura y el litigante le hizo firmar una carta poder para representarla.
María recuerda: Me habló el padre de mi hijo y me dijo: te pido con el corazón en la mano que le quites la autoridad a tu abogado y dejes que el mío lo arregle
.
Fernando Vilches, abogado del sacerdote, le hizo firmar otra carta poder y comenzó un juicio para simular que la paternidad era del hermano de Salvador Saavedra. Hizo todo un enredo legal para meterme a la cárcel, porque en un supuesto trato con Agustín acordamos que él se haría cargo de mi hijo para no dañar la imagen de su hermano.
Posteriormente, gracias a la asesoría de la Procuraduría de Derechos Humanos de Guanajuato, María contactó al abogado Francisco Jiménez Longoria, quien logró enderezar el enredo jurídico
en el que la metió el papá de su hijo.
Vendí mi casa, perdí mis empleos por andar en el juzgado y ahora que hay una sentencia para que mi hijo reciba la pensión, no veo nada. Sé que dijeron que van a apelar la sentencia
, concluyó María
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