Domingo 25 de marzo de 2012, p. 20
Palenque, Chis. 24 de marzo. El ecoturismo avanza en la selva norte de Chiapas y somete a sus planes a la población originaria –incluso a la urbana– con fines mercantiles, amenazando la propiedad y la autodeterminación comunitaria. Pero a quienes expresan críticas u oponen resistencia a estas nuevas prácticas turísticas, promovidas por las autoridades y los inversionistas, se les expulsa de ese mercado, ya tradicional en la zona. Ello hace que los prestadores de servicios que están en desacuerdo no se atrevan a manifestarlo abiertamente.
Circula en Palenque un volante, inevitablemente anónimo, que sostiene: “La temporada turística ‘alta’ condiciona la economía al sometimiento de intereses esclavistas, impidiendo así la estabilidad económica y ahorcando con créditos. El ecoturismo es utilizado para comprar lealtades, identificar opositores y atacarlos con paramilitares”.
El ecoturismo, publicitado como panacea económica y benéfico para el amenazado medio ambiente, es un instrumento político-económico-militar contra la autonomía indígena
, añade el mensaje. “Se enseña computación e inglés para ‘civilizar’ al agricultor y convertirlo en empleado dependiente del salario mínimo. Diversiones humillantes, placeres nocivos, cuentos insultantes, ecosistemas contaminados y profecías de televisión son parte de la guerra total contra ti”.
Cabe recordar que la zona norte de Chiapas ha sido escenario recurrente de la violencia paramilitar desde hace más de 15 años, sobre todo por el grupo priísta conocido como Paz y Justicia, si bien periódicamente cambia de nombre y filiación partidaria. Miembros suyos han sido coyunturalmente perredistas, y ahora un porcentaje significativo pertenece al Partido Verde Ecologista de México, al cual el tricolor parece haber cedido esta zona con miras al próximo proceso electoral; el candidato a gobernador de PRI-PVEM será, muy probablemente, el líder estatal de los verdes.
Para verdes está la región. No sólo el turismo ejerce nuevas presiones contra los pobladores de la selva norte, sobre todo en Palenque y sus colindancias con Salto de Agua, Playas de Catazajá y Ocosingo. Las agroindustrias para la producción de agrocombustibles se han extendido en ranchos ganaderos, plantaciones agrícolas y tierras ejidales. Rentadas o vendidas, desde este municipio hasta Marqués de Comillas, ya en la selva Lacandona, miles de hectáreas fueron reconvertidas en plantaciones de palma africana.
Organismos civiles ambientalistas, como Otros Mundos, han documentado el desastroso
monocultivo de la palma, muy extendido en el municipio de Palenque. El gobierno de Chiapas, según Otros Mundos (octubre de 2011), obliga a los campesinos que aceptan el programa de reconversión a no cortar la planta aceitera en 25 años
, lo cual es una forma de robar la tierra al ejidatario
, que no puede sembrar alimentos ni criar ganado. Regala sus predios y pone mano de obra barata, el gobierno regala o subsidia las plantitas y la ganancia se la llevan las empresas
.
La plantaciones de futuro agrocombustible “eliminan bosques, selvas, biodiversidad, plantas medicinales, flores y animales, así como frutos, madera, fibras, carne, miel, hongos; degrada, erosiona, contamina y empobrece los suelos. Quedan ‘desiertos verdes’ bajo calores insoportables para otras formas de vida”.
Contradiciendo las cuentas alegres oficiales en materia de empleo, Otros Mundos sostiene que no genera muchos empleos, mujeres y hombres que trabajan en los viveros pasan meses sin sueldo, sin herramientas adecuadas, en malas condiciones laborales y sin prestaciones sociales
.
El gobierno argumenta que la palma dará mejores condiciones de vida a los productores indígenas y campesinos, mejores ingresos económicos y más empleos; que con las plantaciones se reforesta, que combate el cambio climático, que recupera las cuencas, que no daña el medio ambiente
. Pero la reconversión productiva y los monocultivos de palma no podrán nunca ser sustentables
, sostiene Otros Mundos
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