Viernes 17 de febrero de 2012, p. 20
Ante los embates de sectores conservadores, es necesario defender las conquistas históricas de la laicidad, ya que este marco garantiza el respeto a la libertad de creer o no creer, así como la pluralidad social, religiosa y cultural del país, señalaron los participantes en la jornada inaugural de la cátedra Religión, sociedad y Estado laico, realizada ayer en el Centro Universitario Cultural (CUC).
Miguel Concha Malo, presidente del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, puso de relieve la importancia de que la academia aborde el tema de la laicidad del Estado mexicano, a la luz de la manera sorpresiva y atropellada
en que la Cámara de Diputados reformó hace unos meses el párrafo primero del artículo 24 constitucional, cuyos términos generaron suspicacia, en particular por el tema de las elecciones presidenciales de este año y la próxima visita al país del papa Benedicto XVI.
El activista recordó el documento dado a conocer el pasado 2 de febrero, en el que diversas organizaciones advir- tieron que dicha reforma es un intento velado de la alta jerarquía católica por desmantelar el Estado laico y sustituirlo por uno confesional, lo cual puede generar actos de intolerancia en nombre de dogmas autoritarios, aunque la Conferencia del Episcopado Mexicano siempre ha negado dicho señalamiento.
Además, varios colectivos pidieron en febrero de 2007 que se reformara el artículo 40 de la Carta Magna para incluir la laicidad en la definición de la República, por ser garante de la pluralidad, y aunque tres años después se aprobó esa iniciativa en la Cámara de Diputados, todavía falta la ratificación del Senado y las legislaturas estatales, y ello no ha ocurrido, aventuró, porque algunos sectores buscan que primero ocurran las citadas modificaciones regresivas
al artículo 24.
Por todo ello, Concha ponderó las bondades de la laicidad, gracias a la cual se separó a la Iglesia del Estado, y afirmó que el propio Joseph Ratzinger indicó que la religión no se puede instrumentar ni imponer por la fuerza, ya que ello atentaría contra el camino de la paz.
A su vez, Héctor Martínez Sánchez, vicepresidente del Centro de Estudios Sociales Antonio Gramsci, indicó que los ámbitos de la religión y la política han sido materia de debate desde el principio de la historia, y subrayó que la laicidad se opone por definición al fundamentalismo y la intolerancia, privilegiando la libertad del individuo en temas como el aborto, la eutanasia, la medicina genómica y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El académico universitario Francisco Piñón Gaytán hizo un recuento histórico de la relación, muchas veces complicada, entre religión y política, y la forma en que el discurso religioso suele obviar las contradicciones sociales en aras de mantener su condición privilegiada.
Al inaugurar el foro, el rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana, Enrique Fernández Fassnacht, subrayó la necesidad de analizar la importancia y la historia del Estado laico, y destacó que la institución que dirige no es antirreligiosa, sino procura brindar un marco de respeto para la convivencia de creyentes y no creyentes, separando de forma estricta los asuntos públicos y privados, para evitar el predominio de los intereses de una sola religión, por mayoritaria y respetable que sea
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