La ruptura de las estructuras familiares, el aumento en el desempleo juvenil y las poco realistas
aspiraciones educativas y profesionales que tienen la mayoría de los padres con respecto a sus hijos, se encuentran entre las principales causas del incremento de enfermedades siquiátricas en la población mundial juvenil.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que al menos 20 por ciento de los adolescentes del planeta, es decir 240 millones de personas entre 10 a 19 años, tienen problemas mentales o de comportamiento.
En su informe Estado Mundial de la Infancia 2011. La adolescencia. Una época de oportunidades, señala que la depresión es la enfermedad que más contribuye a la carga mundial de morbilidad entre jóvenes de 15 a 19 años, mientras que el suicidio se ubica entre las tres primeras causas de mortalidad entre personas de 15 a 35 años.
Se calcula que en el planeta cerca de 71 mil adolescentes se suicidan cada año, mientras que un número considerablemente mayor lo intenta. En su reporte, en el que recoge los principales riesgos y oportunidades que enfrentan mil 200 millones de adolescentes en el mundo, destaca que cerca de la mitad de los trastornos mentales inician antes de los 14 años de edad.
En cuanto a su frecuencia, alerta que en las tres décadas recientes se han incrementado de forma constante, y cuyas causas se atribuyen a factores vinculados con la falta de oportunidades laborales y deterioro del entorno familiar, lo que genera condiciones de estrés y presión social.
Agrega que la falta de atención médica a estos padecimientos también está ocasionando estragos. Los problemas de salud mental de los jóvenes que no reciben una adecuada asistencia están asociados a resultados insuficientes en educación, pero también a factores de desempleo, uso de estupefacientes, estilos de vida peligrosos, salud sexual y reproductiva deficiente, autolesiones y escaso cuidado de sí mismo, lo que incrementa las posibilidades de contraer una enfermedad o de muerte prematura.
Mayor inversión en los jóvenes
Las enfermedades mentales entre los adolescentes, afirma la Unicef, genera elevados costos sociales y económicos, pues conforme pasa el tiempo, y sin atención adecuada, puede generar discapacidad permanente.
Los factores de riesgo asociado a padecimientos mentales incluye malos tratos en la infancia, de quienes las padecen, violencia en la familia, la escuela y el vecindario, pero también pobreza, exclusión social y desventaja en materia de enseñanza.
Los adolescentes enfrentan situaciones de amenaza si los problemas mentales y la adicción a las drogas están presentes en los padres, pero también si están expuestos a las alteraciones sociales y la angustía sicológica que generan los conflictos armados, los desastres naturales o las crisis humanitarias.
Unicef advierte que entre las cinco razones por las que los gobiernos del mundo deben invertir en los adolescentes, se incluye atender sus derechos en materia de educación, salud y equidad para acelerar la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la discriminación por motivo de género.
Se trata, afirma el organismo multinacional, de la población que deberá enfrentar los efectos intergeneracionales de la actual zozobra económica, incluyendo el desempleo estructural, el cual, advierte, podría continuar
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