Eduardo Castellanos es ingeniero en tecnologías computacionales; terminó la carrera en diciembre de 2010 y de inmediato obtuvo empleo. Sin embargo, la tercera parte de su salario la destina al pago del crédito que adeuda al Tecnológico de Monterrey, campus ciudad de México, donde cursó sus estudios.
Ahorita ni pensar en independizarme; no me alcanza y puedo ahorrar poco. Vivo con lo justo; llego a la quincena arañando
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Al empezar su carrera solicitó una beca de financiamiento
, con la que se le exentaba 50 por ciento de la colegiatura mensual; él debía pagar cada mes 20 por ciento de cuota y el 30 restante fue a crédito, que debe liquidar cinco años después de concluidos sus estudios.
La cantidad inicial de su deuda –que comenzó a liquidar en abril de 2011– era de 203 mil pesos, pero cada semestre se incrementa 6 mil pesos por los intereses. Paga 4 mil 100 pesos al mes (cuota que, dice, sube cada seis meses) y aunque ha aportado más de 20 mil pesos, su adeudo es de 189 mil.
En teoría, debería adeudar 183 mil pesos, pero por los 6 mil adicionales debo 189 mil. Los cobros son con base en la colegiatura actual. Estoy en mi primer empleo y gano 15 mil pesos al mes, menos impuestos recibo 12 mil 300, y justo la tercera parte es para el financiamiento. Ha sido duro, pero pretendo adelantar pagos con el aguinaldo u otros ingresos para quitarme el crédito de encima. Si dejo de pagar entro al buró de crédito y los intereses se disparan
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Víctor Alonso estudió derecho en la Universidad La Salle; egresó en 2004 y contó con un apoyo de la Sociedad de Fomento a la Educación Superior, cuyo pago debe aportarse en unidades de inversión (UDI). La beca consistía en una exención de 20 por ciento de la colegiatura, el pago de 40 por ciento mensual durante sus estudios y el resto a crédito.
Si bien reconoce que sin ese apoyo hubiera sido imposible terminar su licenciatura, expone que liquidar el adeudo no fue sencillo, aun cuando trabaja desde antes de graduarse.
La mensualidad era como de 800 pesos, por lo que abonaba 2 mil para acortar el periodo para cubrir el présmo, que era a 10 años. Terminé en cinco, pero no me gustó que al tercer año, de manera unilateral, comenzaron a cobrarme mil 200 más por gastos de administración
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Elena terminó sus estudios en la división de humanidades y ciencias sociales del Tecnológico de Monterrey de la ciudad de México, en 2005. Su financiamiento consistió en 33 por ciento de beca, 33 por ciento de crédito y el resto lo pagó mensual- mente durante sus estudios. Para mantener ese beneficio
tenía que mantener un promedio superior a 8.5. Mi papá liquidó la deuda, pero cada semestre el pago era mayor porque aumentaba con base en la colegiatura actual de la escuela
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Por separado, Herlinda Suárez Zozaya, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se sumó a las voces críticas del Programa Nacional de Financiamiento a la Educación Superior decretado por Felipe Calderón. Indicó que representa la mercantilización
de ese nivel de estudios y manda un claro mensaje a los jóvenes: Para que puedas estudiar, debes tener recursos, aunque seaN prestados
. Lamentó el decreto presidencial, con el cual se promueve la idea de la educación como una mercancía, y no como un derecho.
Indicó que con el objetivo de atraer a los jóvenes a instituciones particulares, desde hace más de dos décadas el Estado ha orquestado estrategias tendentes a desacreditar
a las universidades públicas, recortes presupuestales y proliferación de créditos en colegios particulares.
de última horacon la que Calderón muestra que los regímenes panistas han carecido de un compromiso real con la educación superior pública
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