Guillermo Montalvo Fuentes
Gloria Careaga, integrante de la ILGA. Foto: Guillermo Montalvo Fuentes
El poder político, las fuerzas económicas y la religión son los ejes que sostienen la homofobia de Estado, y cuando se juntan es cuando se hace el desastre, aseguró Gloria Careaga, secretaria general de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA).
De acuerdo con la especialista, cada una de estas tres fuerzas se encarga de reproducir la homofobia valiéndose de sus respectivas dinámicas con la sociedad: el poder político, a través de administraciones conservadoras, la fuerza económica, gracias al poder de un gobierno sobre otros países o el de la iniciativa privada para financiar una serie de acciones, y la religión, por medio de su discurso homofóbico en el nombre de Dios.
Aseguró que un ejemplo claro y reciente de esta homofobia de Estado es el caso de Uganda, donde la semana pasada se discutió una reforma de ley para sancionar la homosexualidad con pena de muerte, misma que fue detenida.
Careaga manifestó que el freno temporal de esta iniciativa les da un respiro a los defensores de derechos humanos, “pero sabemos que habrá una presión por parte de los grupos conservadores para que la ley se ponga sobre la mesa otra vez”.
Indicó que este tipo de reformas obedecen a argumentos de corte religioso, y que Uganda no es el único país que está en riesgo, pues en Kenya también existen brotes de grupos homofóbicos.
La integrante de la ILGA recordó que uno de los principales problemas en la región en este sentido es que existe una sanción legal a la condición homosexual, lo que se ha utilizado como recurso para fomentar la homofobia, por ejemplo, a través de una práctica muy recurrente que consiste en publicar páginas completas en los diarios locales con los nombres y las direcciones de las personas homosexuales.
“Las personas de la diversidad sexual no están a salvo en ninguna parte, la gente puede llegar, entrar a su casa y ahí ser asesinarlos; la única opción que les dejan es el exilio, y nosotros no queremos eso, queremos que se puedan quedar en su país, que puedan seguir haciendo su trabajo de defensa por los derechos humanos y que el gobierno se encargue de protegerlos”.
Caso David Kato Kisule*
David fue golpeado hasta morir en su hogar a las afueras de Kampala, Uganda, el 26 de enero de este año. Dedicó su vida a ayudar a los perseguidos por su orientación o identidad sexual.
Durante los meses previos a su muerte, fue blanco de una campaña de odio organizada por un periódico local, The Rolling Stone, que colocó su nombre, fotografía y dirección junto a los datos de otra docena de personas a quienes el medio señalaba como homosexuales o lesbianas, pidiendo que fueran colgados.
*Retomado del texto “Lo que la muerte de David Kato puede enseñarle al mundo”, escrito por Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, para el Suplemento Letra S en su edición del 3 de febrero 2011.
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