Un paso importante para su control es incrementar la detección temprana, sostiene especialista
Domingo 3 de abril de 2011, p. 37
A 30 años de la insurgencia del sida en el mundo, la enfermedad todavía es un reto para los científicos, pues no existe en el mediano plazo la posibilidad de encontrar una manera de curarla. Ninguna otra ha sido motivo de tantas investigaciones.
Por eso ahora se conoce casi a la perfección el mecanismo de acción del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, y de ahí el arsenal de 26 medicamentos que se han desarrollado en este tiempo, casi uno por año, con los cuales se ha logrado que la dolencia se convierta en una enfermedad crónica.
Lo que sigue, explicó Jaime Andrade-Villanueva, jefe de la unidad de VIH del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, de Guadalajara –segundo a escala nacional por la cantidad de personas que atiende, después de la Clínica Condesa del Distrito Federal– es lograr que la tendencia que desde 2006 se observa en el mundo, de una reducción en la prevalencia del virus, también se refleje en México.
Para ello se requiere que existan estrategias de detección temprana del VIH, como se hace en Estados Unidos, donde cada año se realiza una prueba a todas las personas mayores de 16 años, indicó. En México, los afectados todavía llegan a los hospitales cuando el virus prácticamente ha destruido el sistema de defensas del organismo, dijo el especialista.
Comentó el caso del Hospital Civil de Guadalajara, donde cada semana se incorporan ocho nuevos pacientes, en una tendencia que se ha mantenido durante varios años. No ha disminuido
y tiene que ver con la falta de acciones para lograr una detección temprana.
Refirió los hallazgos de investigaciones científicas, con las cuales se ha demostrado que el uso de terapias antirretrovirales para lograr niveles indetectables del VIH en sangre, logran bajar el riesgo de infección.
Significa, explicó el experto, que si las personas conocen que son portadoras del virus antes de que se presenten síntomas de enfermedad, estarían en condiciones de percatarse mediante exámenes clínicos del avance del VIH y podrían iniciar las terapias de control antes de que surjan padecimientos infecciosos asociados al debilitamiento de su sistema de defensa.
De esa manera, los seropositivos lograrían mantener su calidad de vida y evitarían la transmisión del VIH a sus parejas sexuales. Actualmente, nadie debería morir por VIH/sida, y sin embargo, al menos en México, dijo Andrade, esa es una meta aún lejana, porque lo común sigue siendo que los enfermos lleguen a los hospitales en muy malas condiciones de salud.
El especialista reconoció que factores como la homofobia, el estigma y la discriminación obstaculizan estos fines.
La medición que indica el grado de avance del VIH es el conteo de linfocitos T o CD4 en sangre, los cuales son un tipo de glóbulos blancos y tienen un papel importante en el sistema de defensas. En individuos sanos puede ser hasta de mil 500 CD4 por microlitro de sangre.
En México los portadores de VIH/sida suelen llegar a los hospitales con enfermedades graves y un conteo de CD4 de hasta 44 por microlitro de sangre. Otro indicador clínico que da cuenta de la progresión de la enfermedad es la carga viral, es decir, el número de copias de VIH en sangre. En la misma proporción que se agota el sistema inmunológico se fortalece el virus causante del sida.
El doctor Andrade señaló que además de los exámenes de detección rápida del VIH y el acceso a medicamentos, también se requiere fortalecer las acciones preventivas con la promoción del uso del condón, el uso de microbicidas (gel vaginal que ha demostrado una eficacia de hasta 46 por ciento) y otras que todavía están en investigación, como el uso de algunos antirretrovirales antes y después de haber tenido una relación sexual de riesgo, en la que se pudo haber estado expuesto al VIH. La suma de estas acciones ayudaría al control de la epidemia, indicó.
También llamó la atención sobre los avances que ha habido en la eficacia de los medicamentos antirretrovirales. Los primeros tuvieron un éxito temporal y varios provocaban efectos adversos, algunos graves como pérdida de grasa en la piel o daño hepático. En la actualidad las terapias son más eficaces y con mucho menos eventos indeseados.
Incluso, se ha mejorado la posología. De alrededor de 25 pastillas que tomaban los pacientes hasta los años 90, en la actualidad están disponibles dosis de una sola pastilla al día, como Atripla que recientemente obtuvo el registro sanitario en México
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