miércoles, 8 de mayo de 2013

Salvé a mis hermanos, pero el resto de mi familia desapareció


Salvé a mis hermanos, pero el resto de mi familia desapareció
Un repartidor de agua pone a salvo a hijas y esposa, y rescata a vecinos
Foto
Colonos de San Pedro Xalostoc despertaron rodeados por las llamas, tras la explosión de una pipa que se accidentó sobre la autopista México-PachucaFoto Javier Salinas
Javier Salinas Cesáreo y Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de mayo de 2013, p. 3
Ecatepec, Méx., 7 de mayo.
Un estruendo interrumpió el sueño de los habitantes de San Pedro Xalostoc a las 5:30 horas de este martes. Perseguidos por las llamas, adultos, niños y hasta animales corrieron despavoridos sin saber de dónde provenía la explosión.
Estábamos durmiendo. Fue como una pesadilla porque de pronto se escucharon varias explosiones y pensamos que se había caído un avión. Las calles estaban envueltas en llamas y se veía gente quemada corriendo. Muchas personas quedaron atrapadas en sus viviendas y ahí murieron, narró un vecino de Xalostoc.
Jorge de Jesús López Ramírez, habitante de la casa marcada con el número ocho de la cerrada Cuauhtémoc, donde residían cuatro familias, dijo: “Estaba dormido, todas las ventanas volaron y vi cómo las llamas entraban a mi casa. Yo vivía en la parte de abajo y sólo porque tenemos el zaguán a un lado pudimos salir.
Sentí un calor que quemaba, escuchamos muchas explosiones. Salí desnudo y sólo alcancé a agarrar unas cobijas y a envolver a mis hermanos pequeños. Salvé a dos, pero el resto de mi familia desapareció por completo: murieron 11, no pudieron salir porque la casa estaba envuelta en llamas.
Las autoridades pusieron bardas de concreto en la autopista para evitar accidentes, según dijeron, pero eso no sirvió, señaló.
Recorte al derecho de vía
Durante las obras de ampliación de la autopista México-Pachuca de cuatro a ocho carriles, en el tramo de casi 25 kilómetros de Ecatepec hasta los límites con el Distrito Federal, fue recortado el derecho de vía, por lo que unas mil 100 viviendas quedaron pegadas a la carretera, algunas a sólo 50 centímetros, separadas por un muro de contención de concreto o metal.
El Fideicomiso Autopistas y Puentes del Golfo y Centro comenzó los trabajos en septiembre de 2008; la obra lleva 70 por ciento de avance y se prevé que concluya el próximo año.
Julio César Barrios, también vecino de la calle Cuauhtémoc, logró rescatar con vida a sus tres pequeñas hijas y a su esposa, y ayudó a poner a salvo a seis vecinos.
“Trabajo cerca de aquí. Manejo una pipa de agua y a esa hora estaba cargando el tanque cuando sentí una fuerte explosión y vi que las llamas invadían las calles. Con mi pipa comencé a apagar el fuego. Fue algo feo. Una vecina sacó arrastrando a su familia.
“Al final del callejón encontré mucha gente en shock, vi personas corriendo quemadas. Quise brindar apoyo pero no pude entrar a rescatarlas porque la vivienda estaba en llamas. Encontré al trailero (de la pipa que explotó) que pedía ayuda.”
Jovany Rosales, habitante de San Pedro Xalostoc, narró el momento de la explosión: “Estaba dormido con mi esposa y de pronto escuchamos un impacto muy fuerte. Mi mujer me dijo: ‘agarra a mi hija’. Fui por ella y me tiré al piso. Se escuchó un segundo impacto más fuerte y tronaron los vidrios de la ventana.
Me asomé a la calle y estaba llena de lumbre. Bajamos del segundo piso, pudimos salir al patio y todo estaba en llamas. Abrimos el zaguán, que también ardía, pero logramos apagar la puerta y como empezaron a incendiarse los autos, empezamos a apagarlos. Agarramos toallas, las mojamos, las pusimos sobre los niños, los metimos al carro y salimos a la calle en el auto.
Tras la explosión, todo fue confusión
Decenas de vecinos llegaron al lugar de la tragedia y entre las ruinas buscaban a sus familiares. No sabían si estaban muertos o lesionados, y no aparecían por ninguna parte. Después de las 11 horas las autoridades colocaron en un inmueble las listas de los lesionados y el hospital donde se encontraban. Sólo así pudieron localizarlos.
Andrés Elizalde llegó al lugar a buscar a unos familiares que vivían en la calle Cuauhtémoc: su suegra, sus cuñadas y otros parientes. En la casa donde éstos residían cayó una barda de contención de concreto de la autopista y los rescatistas le impidieron el paso.
Después de varias horas localizó a algunos familiares en los hospitales Rubén Leñero y Magdalena de las Salinas, gracias a las listas que comenzaron a publicarse antes de mediodía. Otros de sus familiares murieron.
Su amigo se quedó dormido; hallaron su cuerpo calcinado
Jorge Alberto también acudió para buscar a su amigo El Cemas, con quien trabajaba de cobrador en una furgoneta de la ruta San Pedro Xalostoc-Indios Verdes.
Todos los días salíamos a trabajar a las cuatro de la mañana, pero hoy no estuvo a esa hora, quién sabe si se quedaría dormido, narró. Durante varias horas lo buscó hasta que le informaron que el cuerpo de su amigo fue hallado calcinado en su casa.
A diferencia de muchas casas de esa localidad, que están construidas con láminas superpuestas, la residencia de la familia Silva fue edificada con ladrillos, a pesar de lo cual quedó reducida a cenizas.
En tanto, la cisterna quemada de la empresa Termogas yacía en el patio de su hogar junto a cuatro vehículos calcinados. Entre los escombros sólo se podía reconocer la estructura metálica de lo que fue una bicicleta de niño y los restos de un refrigerador, aún en pie.
“Pensé que estaba temblando. Imagínese la fuerza (de la explosión) para que la pipa volara todo ese tramo (unos 80 metros) hasta caer en la casa. ‘¡Pum!’ La vivienda se incendió como si le hubieran echado un cerillo a un cartón con gasolina”, dijo Amalia Gómez, mientras retiraba de un cable metálico lo que quedó de la ropa que había tendido para que se secara.
Sin casa, trabajo, ni tierra, grita Clara Anaya, quien no sabe dónde pasará la noche con sus cinco hijos luego de que el incendio arrasó su vivienda y el taxi con el que trabajaba su esposo.
Ahora Milton Valdés (propietario del predio donde ella vivía) viene a ponerse como dueño para obtener la ayuda del gobierno por las pérdidas. Y sí, es el dueño, ¡pero los que perdimos todo fuimos nosotros!, exclama Leobarda Huerta, una mujer de 70 años que aseguró que reside en ese lugar desde hace más de 40

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