El crecimiento de la matrícula de la Esiqie saturó laboratorios
En un espacio para seis se atienden 40 personas por lo que los usuarios deben adaptarse a la capacidad instalada
Ingeniería química industrial,
a la baja en formación de recursos humanos
Laboratorio de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas del IPNFoto Yazmín Ortega Cortés
Laura Poy Solano
Periódico La Jornada
Lunes 5 de noviembre de 2012, p. 41
Lunes 5 de noviembre de 2012, p. 41
Pese a que el Instituto Politécnico Nacional (IPN) invirtió este año cerca de 100 millones de pesos en equipamiento e insumos en la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas (Esiqie), el crecimiento de su matrícula saturó la capacidad instalada en sus laboratorios y en el uso de su instrumental.
En un espacio para seis personas, tenemos que atender a 40, por eso la subdividimos en grupos de 10 jóvenes. No nos damos abasto, afirma María Elena Jiménez Viera, presidenta de la Academia de Química Analítica y responsable del laboratorio de absorción y emisión atómica.
Ante un cromatógrafo adquirido por la Esiqie hace ocho años, el cual se emplea para detectar metales en cualquier sustancia, señala que las prácticas se realizan con
muestras reales, nada es simulado. Todos saben qué hacer, pero son muchos alumnos, así que pocos pueden manejar el equipo.
La creciente demanda para formar a un mayor número de jóvenes, explica, obliga a docentes, técnicos y alumnos a adaptarse,
como podamos, a la capacidad instalada en aulas, laboratorios y equipamiento.
De acuerdo con cifras oficiales, ingeniería química industrial –una de las tres licenciaturas que se imparten en la Esiqie– concentraba 81 por ciento de la matrícula, con 4 mil 533 alumnos en el ciclo escolar 2010-2011.
Dicha licenciatura tuvo una matrícula de 3 mil 674 jóvenes, divididos en 115 grupos. En contraste, únicamente 402 alumnos cursaron estudios de química metalúrgica y materiales, y otros 457 jóvenes en química petrolera.
Jiménez Viera agrega que en la Esiqie no se trata de dar prácticas
demostrativas, pero debido a la gran demanda entre los estudiantes para realizar sus prácticas, como ocurre en el laboratorio de absorción y emisión atómica, “tenemos que estar bien organizados para trabajar, por el flujo constante.
Miguel Ángel Álvarez Gómez, director de la Esiqie, reconoce que la evolución de la ciencia y la tecnología
es muy rápida. Sería complicado actualizar continuamente (los equipos). Por eso priorizamos la actualización de contenidos programáticos y las unidades de aprendizaje para que sean pertinentes, y con los equipos que tenemos buscamos enseñar principios y aplicaciones básicas.
Sin embargo, destaca que en años recientes
se ha hecho un esfuerzo por destinar más recursos a equipamiento e insumos. Tan sólo en 2012 estimamos una inversión de 100 millones de pesos, aunque los montos nunca son suficientes.
En un recorrido por los edificios Z-5 y Z-6 de la unidad Zacatenco del IPN, donde se localiza el área de laboratorios ligeros y pesados, se constató que hay avances en la modernización del equipamiento, aunque subsisten retos de modernización, pues a la par que se cuenta con tecnología de punta, aún se emplean instrumentos que datan de las décadas de 1970 y 1980.
En contraste con la saturación de grupos en ingeniería química industrial, Jesús Salvador Meza, especialista en metalúrgica extractiva, afirma que en la formación de recursos humanos con esta especialidad
vamos a la baja.
Ante un laboratorio de minerología recién remodelado, pues asegura que las nuevas mesas de trabajo y equipos
no tienen más de seis meses, reconoce que cada año egresan apenas entre 70 y 80 nuevos ingenieros químicos metalúrgicos. Sin embargo, afirma que en el IPN
continuamos formando a los mejores en esta rama, porque se exige alto nivel de conocimientos teóricos, pero también que demuestren en el laboratorio capacidad e ingenio para disolver metales y extraer la mayor cantidad con procesos cada vez menos tóxicos. Sin embargo, tanto Salvador Meza como Jiménez Viera reconocen que uno de los retos no sólo es atender la obsolescencia y saturación en el uso del equipo, sino contar con insumos suficientes, lo que representa una
inversión cuantiosa.
Jiménez Viera señala que en los laboratorios de química analítica “tenemos equipo moderno, como el que se usa para el análisis de gases, similar a los empleados en pruebas antidoping –adquirido en 2010 por 3 millones de pesos–, pero hay un costo muy elevado para los materiales, e incluso para la instalación de equipos”.
En el primer caso agrega que en el equipamiento de absorción atómica se emplea acetileno, pero “cuando son muchos grupos usamos toda una carga, cuyo costo es de 6 mil pesos. El equipo del antidoping utiliza gas helio, a un precio de 25 mil pesos por tanque, el cual sólo nos dura un semestre”.
Los materiales para este tipo de laboratorios, que requieren equipos de absorción atómica, infrarrojo, estomatógrafos y espectros de ultravioleta –explica– “son muy caros. Cada lámpara del equipo de absorción atómica vale 14 mil pesos.
Una celda para los equipos más sencillos de ultravioleta puede costar 5 mil pesos, mientras los solventes, dependiendo del tipo que se use, llegan a tener un precio por litro que va de 800 a mil 500 pesos.
Álvarez Gómez reconoce que cada año se destinan importantes recursos a la compra de insumos, equipamiento e instalaciones, porque el objetivo de la Esiqie sigue siendo dar a sus alumnos una
formación sólida, en la que dominen los principios básicos de su especialidad, y fortalecer aptitudes para ingresar al mercado laboral, como son una actitud positiva, saber trabajar en equipo y tener liderazgo
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