Sábado 7 de abril de 2012, p. 30
El consumo de bebidas alcohólicas es una práctica común y frecuente, con niveles de abuso entre los adolescentes, lo que representa un grave riesgo para la salud, señala información de los Centros de Integración Juvenil (CIJ).
Un estudio del organismo confirmó que la problemática es más grave entre las mujeres que beben casi la misma cantidad por ocasión que los hombres y con el objetivo de expresar sentimientos y emociones: “bailar, ligar y reventarse”.
En apenas seis años el consumo de alcohol en las adolescentes de 12 a 17 años de edad se duplicó. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2002, la ingesta de bebidas embriagantes fue de 10.5 por ciento entre los hombres y 3.4 por ciento en las mujeres, y para 2008 los porcentajes subieron a 11 por ciento y 7.1 por ciento, respectivamente.
A escala nacional, la ENA 2008 reveló que 27 millones de individuos consumen alcohol en grandes cantidades, de los cuales 9.6 millones son mujeres. En tanto, 4 millones de personas son dependientes del alcohol, y de éstos, 670 mil son población femenina.
El incremento en el consumo de alcohol coloca a las adolescentes en situaciones de peligro ante prácticas sexuales de riesgo y embarazos no planeados, advierte CIJ. Además, de acuerdo con especialistas, el consumo de drogas legales: alcohol y tabaco, también aumenta la probabilidad de que las y los jóvenes incursionen en el uso de drogas ilegales.
Para los expertos, el tema representa una problemática compleja porque se asocia con una alta mortalidad por los accidentes de tránsito que ocurren cuando los jóvenes manejan en estado de ebriedad. De hecho, esta es la principal causa de muerte en individuos de 19 a 29 años de edad.
De ahí que diversos actores han señalado la importancia de tomar medidas para evitar que los adolescentes beban. Organizaciones civiles iniciaron en 2011 la campaña Cero alcohol a menores, con la finalidad de promover la prevención desde el ámbito familiar. Es incorrecta la idea de enseñar a beber a los hijos en casa
, señalaron padres de familia cuyos hijos murieron en percances de tránsito donde estuvo involucrado el alcohol.
Por su parte, investigadores han explicado que cuando los menores de edad beben o fuman presentan alteraciones en el cerebro, las cuales les obstaculizan la capacidad de tomar decisiones, principalmente la de dejar de consumir. Esto es porque el sistema nervioso central no alcanza su madurez sino hasta alrededor de los 21 a 23 años de edad
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