La propuesta creada por el IPN para atender la creciente demanada en línea ofrece 10 programas de educación media superior-técnica, 5 licenciaturas, 5 maestrías, un doctorado y 2 especialidades
Laura Poy Solano
Periódico La JornadaMartes 28 de febrero de 2012, p. 40
A pesar que en años recientes en promedio se suman anualmente 40 mil jóvenes a la educación abierta y a distancia en México, uno de sus principales retos es acabar con el estigma de que se trata de una alternativa académica “light o de segunda”, afirmó Mónica Torres León, directora de la Unidad Politécnica para la Educación Virtual.
En entrevista con La Jornada, la funcionaria del Instituto Politécnico Nacional (IPN) reconoce que, si bien los antecedentes de este modelo educativo en nuestro país se remontan a principios de los años 70 del siglo XX, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México creó su Sistema de Universidad Abierta (SUA), “aún no queda muy claro para quienes pueden optar por este modelo universitario que no es una opción patito ni sólo para quienes no han logrado ingresar a sistemas escolarizados”.
Con poco más de 3 mil estudiantes de bachillerato, licenciatura y posgrado, la propuesta creada por el IPN para atender la creciente demanda de estudios en línea o a distancia se llama Polivirtual. Ofrece 10 programas de educación media superior-técnica, cinco licenciaturas (comercio internacional, contador público, negocios internacionales, relaciones comerciales y turismo), así como cinco maestrías, un doctorado y dos especializaciones.
Polivirtual es marca registrada desde mediados de 2007, si bien sus primeros pasos para consolidar un modelo educativo distinto al escolarizado datan de 1995. Es resultado de años de impulso a un proyecto de educación a distancia y mixta (asistencia a laboratorios y aulas), que aún enfrenta desafíos.
Entre ellos está incrementar su escasa matrícula, frente a una población escolarizada que supera 155 mil alumnos en bachillerato y licenciatura; fortalecer la capacitación docente, pues hasta hoy sólo cuenta con mil 500 profesores y tutores formados para participar en “aulas virtuales”; y reducir costos, pues por cada “unidad de aprendizaje” o asignatura un alumno debe pagar 204 pesos si cursa el bachillerato, y 400 en licenciatura.
A esto se suma, el pago por examen de admisión (240 pesos), guía de preparación (75) y curso propedeútico (200), en educación media superior, cifra que se incrementa en 220 pesos si se estudia una de las cinco carreras profesionales disponibles. En contraste, los alumnos del sistema escolarizado deben entregar un “donativo” de 240 pesos por semestre.
En México se estima que cerca de 350 mil estudiantes cursan sus estudios en una modalidad de educación superior abierta y a distancia Considerada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) como una de las “alternativas” para ampliar la cobertura.
Torres León insiste en que la población objetivo del IPN es aquella que “tiene responsabilidades, sabe lo que quiere y puede abrazar el modelo porque ha decidido estudiar”.
A partir de la década de 1960, la educación abierta fue una respuesta de países como Sudáfrica, Inglaterra, Canadá, España, Israel y Alemania, ante la creciente demanda de servicios educativos, por lo que fueron pioneros en la construcción de un nuevo modelo pedagógico, al que luego se sumarían Estados Unidos y México.
Sin embargo, fue a finales de la década de los años 80 cuando el acceso a nuevas tecnologías, como las computadoras personales y la Internet, permitieron el uso de contenidos digitales. Con el acceso a estas nuevas herramientras tecnológicas se abrió una nueva brecha en el campo educativo: la formación a distancia.
Torres Léon destaca que fue a mediados de los 90 cuando en el IPN “se dieron pasos sólidos para crear lo que años más tarde se denominó Polivirtual. Una modalidad a distancia o mixta, basada en una plataforma educativa propia y con el uso de nuestros recursos tecnológicos, administrativos y docentes”.
El síndrome del Llanero Solitario
Experta en ciencias de la informática e integrante del consejo directivo del Espacio Común de Educación Superior a Distancia (Ecoesad), donde representa al IPN, Torres León advierte que el uso de la tecnología “no es en sí mismo la educación a distancia”.
Afirma que es imposible soslayar que las personas “aprenden socializando y que necesitan de alguien que incentive el debate de ideas, que promueva su inquietud por conocer. En el IPN no se aplica un modelo pedagógico de ‘hágalo usted mismo’ ni queremos que el estudiante sufra del síndrome del Llanero Solitario, que se sienta solo y aislado”.
Las unidades de aprendizaje y sus contenidos, explica, “no son autogestionables. El alumno tiene un profesor y un tutor que están pendientes de sus dudas, pero también de que participe en los foros virtuales.
“En Polivirtual no hay nadie que te esté diciendo ‘no te distraigas o haz tu tarea’. Cuando se incriben y toman el curso propedeútico conocen a fondo el modelo y saben que deben dedicar un promedio de cuatro horas diarias por asignatura y cumplir con las fechas establecidas en sus calendarios. Aquí no hay prórrogas para nadie.”
Por ello, insiste en que el estudiante promedio del Polivirtual es una persona que “tiene responsabilidades. Por lo general es un adulto que debe trabajar y atender a su familia”. Si bien advierte que en años recientes se ha incrementado la demanda de jóvenes para sumarse a las aulas de Polivirtual, también reconoce que quienes optan por cursar su bachillerato o licenciatura a distancia “deben tener claro que ingresan a una nueva propuesta para concluir sus estudios, no para consolidar su vida social”.
martes, 28 de febrero de 2012
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