Tres de cada cuatro defensoras de derechos humanos en México afirma haber sido víctima de violencia de género por realizar su trabajo, y de éstas, 40 por ciento señala la violencia sexual como la principal forma, mientras que 12 por ciento identifica como principal agresión las amenazas contra su familia e hijos, concluye el informe Defensoras de derechos humanos en México. Diagnóstico 2010-2011 sobre las condiciones y riesgos que enfrentan en el ejercicio de su trabajo, coordinado por Asociadas por lo Justo, Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad y la Red Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez, documento que será presentado este jueves.
Según el reporte, 45 por ciento de las defensoras consultadas señala al Estado como responsable de los ataques y amenazas, que aunque perpetradas por personas particulares o desconocidos, tienen a las autoridades locales, estatales o federales como instigadoras y autoras intelectuales
.
Otro 45 por ciento identifica a grupos conservadores, empresas, medios de comunicación y, en menor medida, a colegas de los movimientos sociales como responsables de la violencia en su contra.
En un comunicado, las organizaciones afirmaron que la publicación busca reconocer, visibilizar y generar solidaridad y una cultura de protección social hacia las defensoras de derechos humanos.
A las defensoras las hace más vulnerables ser indígenas, jóvenes o transexuales, la falta de autonomía económica o afectiva, la violencia intrafamiliar y/o sexual y las innumerables dificultades para conciliar la vida familiar con su activismo por los derechos humanos
, señalan.
Asimismo, corren mayor riesgo en contextos de conflicto armado, con presencia de grupos criminales, el Ejército o de cuerpos de seguridad pública, así como en lugares donde tienen gran poder los grupos conservadores.
Al referirse a las medidas que consideran útiles para garantizar su seguridad y protección, destacaron en primer lugar el apoyo de otras organizaciones civiles y de redes locales, nacionales e internacionales, así como las muestras de solidaridad y apoyo en momentos de agresión.
En condiciones adecuadas de apoyo y soporte, las defensoras no sólo logran remontar los daños directos por las agresiones sufridas, sino que también fortalecen su trabajo, su agenda y sus espacios
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