Mario Alberto Reyes
Integrantes de la organización civil Derechohabientes Viviendo con VIH/sida del Instituto Mexicano del Seguro Social (DVVIMSS), interpusieron una queja ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en contra del personal médico del Hospital Regional de Zona 197, ubicado en Texcoco, Estado de México, por no haber proporcionado de manera oportuna atención médica a una derechohabiente VIH positiva.
Desde hace un par de años Margarita Dionisi sentía fuertes dolores en el estómago, pensó que se trataba de estreñimiento, pero, para despejar cualquier duda, acudió con su médico familiar de la clínica 84 del IMSS en Chimalhuacán, quien le aseguró se trataba de gastritis. Tras recetarle una serie de medicamentos la envió de regreso a casa. Sin embargo, lejos de desaparecer, el malestar se incrementó.
Con la certeza de que algo no andaba bien en su organismo, Margarita, quien siempre ha preferido que la llamen “Magos”, decidió acudir al Hospital Regional de Zona 197, en donde el doctor de apellido Chacón atribuyó los dolores a una depresión. “Lo más seguro es que sean sus emociones”, le dijo, y nuevamente la mandaron a casa.
El pasado 9 de noviembre los dolores se intensificaron y los familiares de Magos la trasladaron al área de urgencias del Hospital 197, en donde permaneció dos días. El 11 de este mes la subieron a piso en donde la asignaron la cama 354. De acuerdo con Abril, hija de Magos, al momento de ingresar al cuarto, la cama no estaba tendida y aún tenía la diálisis ocupada por el paciente anterior.
“En urgencias estuvo dos días con las mismas sábanas y orinada porque no se podía limpiar bien ni usar correctamente el cómodo. Tenía suero y eso le impedía movilidad. La subieron a la cama 354, es un lecho aislado. Cuando entramos la cama estaba deshecha, ni sábanas tenía, la querían pasar con las mismas que traía de urgencias.
“Les preguntamos si la dejarían así y contestaron que no había ropa limpia. Una enfermera llamada Areli me dijo de manera altanera que si tenía alguna duda fuera a la Subdirección. Mi mamá cedió pero les hizo la observación de que necesitaba un sanitario para ella, por lo bajo de sus defensas, le dijeron que no. Cedimos pero tomamos fotos para registrar las deficiencias hospitalarias”.
Al entrevistarse con la subdirectora Abarca, ésta les dijo que si insistían en lo del sanitario único para Magos, la bajaría nuevamente al área de urgencias hasta que hubiera un cuarto con baño disponible. Le pidió a Abril borrar las fotografías sobre la falta de limpieza en el hospital y que si no lo hacía llamaría a la policía. No lo hizo y decidió enfrentar a las autoridades del nosocomio.
Durante su estancia en el hospital, Abril asegura que su mamá, diagnosticada VIH positiva en 2001, fue objeto de discriminación por parte del personal médico por su condición serológica.
“Le dan comida en utensilios de plástico desechables, en tanto que al resto de los pacientes les dan de comer en platones reusables de varios compartimentos. Además, sólo le dieron un cómodo alegando que era por su propia seguridad. Antes de lavarlo lo llenan de cloro y le ponen una etiqueta con la leyenda VIH. Los doctores que entran usan guantes, batas y cubrebocas, ven su expediente, dicen que regresarán pero no lo hacen”.
Al no mejorar la atención médica, Magos solicitó la ayuda de Luis Adrián Quiroz, dirigente de DVVIMSS, quien logró trasladarla al área de Infectología del Centro Médico Nacional “La Raza”, a cargo del doctor Luis Carlos Bonilla, en donde le realizaron biopsias, tomografías, análisis de sangre y rayos X, posteriormente la canalizaron al área de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI, en donde finalmente y después de dos años de malestar le diagnosticaron cáncer avanzado en el estómago.
Lo peor no fue saber eso, sino que les notificaran que por lo avanzado de la metástasis Magos no era candidata a las quimioterapias, además de que su condición de VIH positiva, en vez de ayudarla, perjudicaría la fortaleza de su sistema inmunológico.
“Hubo actos de negligencia médica desde que llegó a la Clínica 84 y hasta que la atendió el doctor Chacón. Antes de este problema mi mamá siempre se mantuvo al tanto de su salud, de su carga viral, de su conteo de células CD4, tomaba sus medicamentos”.
“Todo queda en pataletas y mentadas de madre”
Para Luis Adrián Quiroz Castillo, dirigente de DVVIMSS, las actitudes tomadas por el personal médico de las clínicas 84 y 197 en contra de Margarita Dionisi constituyen actos de negligencia que deben ser sancionados
De acuerdo con el activista, los médicos que atendieron a Magos pueden hacerse acreedores a las sanciones previstas en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidad Administrativa de los Servidores Públicos por incumplir la normatividad.
“Se trata de un caso de negligencia médica, los médicos están acostumbrados a decir que los dolores que a veces sentimos quienes vivimos con VIH son parte de la enfermedad. No hay calidad ni calidez en la atención médica, muchos menos un trato humanitario. Durante muchos meses Magos insistió en que sentía fuertes dolores y no le hicieron caso”.
Indicó que parte del problema es que los usuarios de los servicios médicos desconocen y no exigen respeto a sus derechos. “Tenemos que atrevernos a ir más allá, a decir ‘doctor, no le entendí’ o pedirle que nos revise adecuadamente”.
Quiroz Castillo mencionó que los derechohabientes ignoran que la norma 168 del expediente clínico señala que durante los 15 minutos que aproximadamente dura una consulta el médico debe tomar los signos y síntomas del paciente, hacer un chequeo y poner por escrito los resultados de este. “Queda claro que los doctores que atendieron a Magos nunca hicieron esto”.
“Los ciudadanos debemos aprender a exigir nuestros derechos, si no te quieren recibir, auscultar o hacen caso omiso a las dolencias hay que empezar a poner quejas, es la única manera en que se comenzará a documentar este proceso. Esto no es privativo del IMSS sino de todo el sistema nacional de salud. Nos quedamos en la pataleta y en la mentada de madre pero no vamos más allá”.
En tanto, consternada por el difícil momento que atraviesa su familia, Abril remata: “Mi mamá tiene 44 años, no es una edad como para decir que falleció porque ya estaba muy grande, es joven, pondré una denuncia contra los médicos para que se hagan responsables de sus actos, de lo que ocasionaron a mi mamá, porque estuvo hospitalizada sin que le hicieran algo para ayudarla. Nunca la atendieron como debía ser”.
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