Lunes 28 de noviembre de 2011, p. 15
Fue una tarde de domingo en Garibaldi. Tarde en que miles de calaveras tomaron la histórica plaza para recordar a los 50 mil muertos que ha dejado la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno federal. Con los acordes de La Llorona, un mariachi cerró la demanda de paz: Tápame con tu rebozo llorona, porque me muero de frío...”
Coreando ya basta
, cientos de personas –sobre todo jóvenes– con máscaras de calavera marcharon de Ciudad Universitaria a la Plaza Garibaldi para demandar alto a la violencia que padece México.
Se trató de una acción de sicomagia, propuesta por el escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky (creador del término cuya premisa es que el inconsciente toma los actos simbólicos como hechos reales), y cuya convocatoria cobró fuerza en las redes sociales. A la Marcha de las Calaveras se sumaron poco a poco unas 3 mil personas que de diversas formas manifestaron su repudio a la llamada guerra contra el narco.
La cita para salir fue a las ocho de la mañana, a un costado del Estadio Olímpico de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero pocos madrugaron. No obstante la baja concurrencia y el frío, comenzó la caminata que crecía paso a paso.
Berenice es enfermera y aun cuando estuvo de guardia en el hospital toda la noche, desde temprano se incorporó a la caminata. Maquillada como calavera expresó: “Estoy aquí para recordar a todos los muertos en el país, es muy doloroso que muera tanta gente y a nadie parezca importarle; actuamos todos los días como si nada pasara. Los asesinatos se están volviendo algo cotidiano y eso no es chido”.
La creatividad no tuvo límite. En el cruce de Viaducto e Insurgentes se aparecieron unas calaveras que representaban una marcha fúnebre. Con varios lazos arrastraban un gigantesco cadáver envuelto en yute; en la vanguardia ondeaba una bandera mexicana sucia y desgarrada, y como escoltas dos calacas con uniforme militar.
Aullidos, consignas y mantas acompañaron al recorrido: El que no brinque es Felipe (Calderón)
; Con cada vida perdida muere una parte de México, no alimentes esta guerra con tu indiferencia
; El pueblo se cansa de tanta matanza
; La única arma que necesita el ser humano es el corazón, las balas son los besos, las ráfagas los abrazos y el explosivo es el amar, úsalo, dispara
, decían algunas pancartas.
Rodrigo Duarte, de profesión oficinista
, sujetaba un cartel donde se leía la inolvidable frase de John Lennon: Demos un chance a la paz
. Asistió porque lo que pasa en el país está muy cabrón, es algo como de ciencia ficción que se ha convertido en realidad
. Explicó que iba vestido de militar porque creo que no todos los soldados están en favor de esta guerra, pero tienen que seguir órdenes, tienen que trabajar y comer. Para mí el Ejército debería estar apoyando acciones sociales o civiles, no en esta violencia
.
El Zócalo es un espacio político y ésta es una manifestación poética
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