Manuel Amador*
La noche llega ante un clima nebuloso e incómodo para mi sangre, ¿qué me queda? y es tu rostro y tu sonrisa que me quedan para acompañar la lucha que tengamos que dar, la necesaria para seguir siendo nosotros y nosotras todos los nombres todas las formas de la risa.
La mañana de este 4 de mayo, señalan los medios de comunicación, fue encontrado el cuerpo de Quetzalcóatl Leija Herrera a una cuadra de Zócalo de la ciudad de Chilpancingo, el cual presentó varios golpes en el cuerpo y uno fuerte en el cráneo, que fue lo que le terminó la vida.
Quetzalcóatl Leija Herrera fue un activista social visible. En todo el estado de Guerrero era conocida su labor política y social a favor de los derechos del colectivo gay, lésbico, bisexual, travesti, transexual y transgénero (LGBT), un político joven de gran talla para lograr e impulsar acuerdos a favor de los derechos con las instituciones de gobierno y políticas, y con los distintos partidos; un activista incómodo para las estructuras del poder, independientemente del partido que fuera, incómodo para la burocracia, incómodo para el clero de Guerrero, incómodo para la homofobia institucionalizada.
Un gran ser humano con gran compromiso social. Me tocó conocer de cerca esa parte de él, pues algunas veces acompañé su lucha ante las instituciones de gobierno. Fue el gran promotor y coordinador de las marchas del orgullo gay en Guerrero, fundador y director del Centro de Estudios y Proyectos para el Desarrollo Humano Integral (Ceprodehi), a donde llevó su lucha social a favor de los derechos LGBT, pues impulsó la iniciativa de Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación en Guerrero, las reformas al Código Penal local para despenalizar la homosexualidad, las reformas a los Bandos de Policía y Gobierno y de la Ley de Sociedades de Convivencia.
En septiembre de 2007, en un acto valiente, denunció ante la Secretaría de Gobernación a los obispos de Guerrero por promover la discriminación, la exclusión y la homofobia; así, presentó una denuncia formal de hechos ante la Comisión Sancionadora de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público de esa Secretaría contra el obispo de la Iglesia católica en Acapulco, Monseñor Felipe Aguirre Franco; el obispo auxiliar de esa diócesis, Juan Navarro Castellanos; el obispo de Chilpancingo, Alejo Zavala Castro; el presidente de la Pastoral Social de Acapulco, Jesús Mendoza Zaragoza; y el pastor de la Iglesia bautista, Gabriel Arteaga López, todos ellos miembros del Consejo Interreligioso de Guerrero (CIG), y de esa manera solicitó la sanción correspondiente por interferir en los procesos legislativos respecto a las iniciativas de Ley de Sociedad Universal de Convivencia y otra sobre la interrupción del embarazo durante las 12 primeras semanas de gestación, ambas piezas legales en la legislatura LVIII de ese año, fue un gran comprometido en el tema de VIH/sida, así también cotidianamente denunció los crímenes de odio por homofobia cometidos en Guerrero y pidió su esclarecimiento.
Ayer por la mañana, caminaba por la calle y contesté una llamada. Me dijeron que te habían asesinado y sólo atiné a decir fuerte: “hijos de la chingada”, un “¡ahh!” hacia adentro de mí, y todo se quedó quieto, en silencio… Inmediatamente las imágenes de angustia pasaron por mi mente: miedo, coraje, rabia, zozobra, llanto y tu rostro.
¿Qué nos queda de esta situación de violencia y homofobia en este país? Quiero lanzar un grito enorme y muchos para detener toda esta violencia e incertidumbre que hay en este país —que se acabe y alguien escuche. ¿Qué razón la de tu muerte?, ¿por qué nos pasó esto?, ¿cual es la hora que sigue después de tu muerte? y ¿dónde se fueron tus sueños?, ¿cual es la hora que nos toca caer?; y sin tu presencia, ¿cual será la intensidad del movimiento de este país?, ¿dónde nuestras alas cambiarán el sentido de esta historia, qué en realidad traza el sentido de la desgracia de este país? ¿Qué sigue después de la impunidad y del cinismo de los asesinos?, ¿dónde seguimos?
Me siento impotente ante esta realidad, casi cansado triste; presiento tiempos que huelen a veneno… Los aires soplan y mi corazón casi asfixia; la rabia corre entre el coraje casi asesinado por la impotencia; mis labios casi dormidos tiemblan; mi sangre casi envenenada una vez más por la impotencia repentina, y pienso en tus carcajadas juntos, e imagino el momento de tu dolor y no acepto. Dentro corre la rabia, el dolor, tengo la sangre envenenada. Náuseas me impiden sentir. Dejo que mi alma se comunique y saque el dolor, y es tu imagen otra vez figura delgada, tu voz segura y contundente hablando a favor de nuestros derechos.
¿Qué nos queda? Sí, eso, la contundencia de tus actos. Me queda tu enseñanza, tu valentía. ¡Quédate con nosotros Quetzalcóatl!, ¡Quédate!, que se nos quede tu aliento indignado en medio de la zozobra y el miedo; que se nos quede tu voz contundente para encarar la homofobia y a los cobardes asesinos. ¡Quédate con nosotros señor Quetzalcóatl!
Tengo coraje, tengo rabia. ¿Y después de todo esto, qué nos queda?, ¿qué nos queda después del dolor y la pérdida?
Pensando en la forma en que fue asesinado Herrera me pregunto: ¿fue asesinado y luego puesto en un lugar tan público? ¿A caso querían sus verdugos que todos se enteraran? Si fue asesinado en ese lugar y nadie lo miró, entonces, ¿sus asesinos tenían la intención de asegurarse de que todos se enteraran?; en ese sentido, quién más tenía la intención de asesinarlo, sino a los que incomodaba. El asesinato de Quetzalcóatl no puede entenderse más que como un crimen por homofobia, una homofobia institucionalizada, pues se trata de un luchador social con un trabajo a favor de los derechos LGBT, que siempre a muchos incomoda.
Desde la sociedad que lucha por los derechos humanos, exigimos al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, el esclarecimiento del asesinato de Quetzalcóatl Leija y la captura de sus asesinos. Desde la sociedad civil nos queda conformar un frente ciudadano para presionar de todas las maneras posibles, y desde todos los frentes, a las autoridades para dar con los responsables.
Es necesario sumar todas las voces para encarar tal crimen por homofobia de tan importante luchador social, y de esa manera lograr el pronto esclarecimiento de tan vil asesinato; en ese sentido, hago un llamado a todas las organizaciones de México y el mundo que promueven los derechos humanos a que nos manifestemos en contra de este asesinato y se exija el esclarecimiento del mismo.
A los defensores y activistas gays, los exhorto a que en toda acción pública sobre nuestros derechos, exijamos justicia por nuestro amigo y compañero de lucha es evidente que el gran tema que tenemos que derribar en esta sociedad es la homofobia. Mi más sentido pésame a familiares y amigos.
Después de todo, esto qué nos queda.
Quetzalcóatl, la lucha sigue. Quédate con nosotros, y sigamos la lucha contra la homofobia hasta que encontremos a los asesinos y terminemos con la homofobia. Que se nos queden tus ganas de cambio, que se nos quede tu dignidad ondeando entre risas, que se nos quede la voz necesaria para seguir diciendo: el derecho de nuestra risa, el derecho de nuestro beso, el derecho de nuestra caricia.
Nos queda tu arrojo y valentía para encarar a las autoridades, para defender nuestros derechos. A mi me queda, y algún día te lo dije, tu compromiso, y hoy te lo reitero: gracias por toda tu lucha. Que nos quede tu indignación.
Nos quedan las alas, el nacimiento de nuestro beso frente a intolerancia; nos queda tu legado de lucha; nos queda un aliento ante la incertidumbre de justicia; nos quedan tus sueños de igualdad y libertad.
Y a la sociedad civil ¿qué nos queda? la indignación o la denuncia, o los que no se atreven a cuestionar la injustica y la discriminación ¿acaso les queda el silencio? si es así que nos se nos olvide que este también adquiere rostro de homofobia.
Me queda tu rostro, tu sonrisa tu arrojo y valentía para encarar la homofobia.
Donde quiera que te encuentres amigo, gracias por tu legado de lucha. Te mando mi abrazo y mi beso. Te veo pronto. Nos vemos en la lucha.
*Activista e integrante del Foro de Hombres Gay
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