Antonio Marquet*
Nuevamente un gay es asesinado con saña: Quetzalcóatl Leija Herrera, presidente del Centro de Estudios y Proyectos para el Desarrollo Humano Integral (Ceprodehi). Sucedió en la madrugada del 4 de mayo en las inmediaciones del Zócalo de Chilpancingo, Guerrero.
En contraste con lo que se ha convertido en un siniestro hábito, conservamos los trazos del retrato de Quetzalcóatl: Un joven que se levantó y exigió justicia, igualdad y respeto en el Congreso local para lo que este sistema ensoberbecido considera la hez. Un ciudadano que no se quedaba callado y denunció 16 casos de gaycidio cometidos en su Guerrero natal.
Es preciso desengañar a los supremachistas: Quetzalcóatl es un activista que ni con su muerte se va a quedar callado, porque Leija Herrera es dueño de una incalculable herencia: nidos de víboras emplumadas que reiterarán la demanda de justicia que él hizo con vehemencia y con valor, una sola justicia para todos nosotros.
El delito de esta nueva versión del David que fue Quetzalcóatl, consistió en exigir justicia en un sistema gaycida putrefacto que acusa por todos lados signos de desfallecimiento. Pretendieron limitar su destino; acallarlo con sus armas, piedras, con golpes asestados en la oscuridad de la noche, sin testigos.
Es la manera de proceder de grupos supremachistas, guiados por el odio, por el sexismo. Sus piedras revelan el momento en el que viven: la Edad de piedra y la clase de contundencia que anhelan: la muerte violenta para que sobreviva su régimen heterosexista. Son movidos por la desesperación ante el ocaso de su ruin Heterolandia.
Son cavernarios, como lo son el despreciable presidente y el ignorante exprocurador chihuahueño de justicia que firmaron contra la universalidad de los derechos para todos y cada uno de los mexicanos, contenida en la Ley Razú. Como es la ridícula diputada nepotista, sor marianita martín del campo marchito como su encuesta de odio contra la comunidad LGBT. Todos ellos pertenecen a un partido que ha demostrado la mayor ineptitud e inconsistencia de la historia de México, partido por el que vota una parte de la comunidad LGBT (no hay que olvidarlo), partido al que se vendió la urocacica que pretende apoderarse de la voz de la comunidad (we shall never forget).
Con Quetzalcóatl Leija Herrera cae abatido otro gay ante la violencia heterosexista que no cesa: El causante directo de este asesinato es el discurso excluyente de la Iglesia católica y del Estado conservador. Una dupla de cavernarios que fomenta la violencia contra la diversidad laica y predican un sistema de misericordia narcisista donde solo tiene cabida quienes “rezan” como ellos y levantan altares ensangrentados a primitivos dioses de ira.
¿Acaso debemos esperar a los resultados de las investigaciones, cuando sabemos perfectamente lo que pasa cuando se trata de un crimen de odio contra un miembro de la Nación Queer? ¿Debemos esperar, es decir perder el tiempo, cuando la comunidad gay conoce perfectamente el modus operandi de la policía: cuerpo de criminales, protectores y socios de los grupos que proceden con crueldad extrema para tener inmovilizada a la sociedad?
Salgamos el domingo a unirnos a la Marcha siciliana a exigir justicia por un miembro de nuestra comunidad abatido con saña. Salgamos al facebook, al twitter a repetir el nombre de Quetzalcóatl Leija Herrera, un joven que ha dejado una herencia incalculable: exigir justicia; pedir respeto; luchar por la igualdad sin reservas.
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