Viernes 20 de mayo de 2011, p. 46
Los adolescentes que son víctimas de acoso escolar (bullying) y que son percibidos por los demás como homosexuales o lesbianas sufren las agresiones más violentas e incluso son más propensos al suicidio, aseguró José Antonio Izazola, director del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida).
Aunque no dio mayor información, el funcionario destacó la importancia de que desde edades tempranas se busque modificar la cultura de las personas hacia el reconocimiento y aceptación de la diversidad.
Durante el simposio sobre el impacto de la homofobia en el acceso a servicios de salud y educación, organizado por Censida como parte de las actividades del Día Internacional contra la Homofobia, celebrado el 17 de mayo, Izazola también reconoció que las personas que viven con VIH aún son víctimas de discriminación en clínicas y hospitales cuando requieren de atención en áreas como ginecología y endocrinología, y en general en cualquiera otra, distinta a la que reciben en las clínicas de VIH.
Sin embargo, dijo, también en los servicios especializados para el control de la infección, los pacientes sufren de discriminación por homofobia. Aún se dan casos de homosexuales y transexuales que son atendidos al final de las consultas y, de igual forma, les surten sus recetas al último.
Aunque no especificó el lugar ni las personas involucradas, el director de Censida comentó sobre una denuncia de un transexual, cuyo médico tratante le dijo que recetaría la terapia antirretroviral una vez que se quitara las prótesis de su cuerpo. Hasta hace algunos años, dos de cada tres pacientes dijeron haber sufrido algún tipo de discriminación en los servicios de salud.
Aunque todas las formas de maltrato y discriminación son graves, Izazola destacó la situación del personal de salud que no ofrece la prueba de detección del virus a embarazadas por temor a contraer la infección. Esto todavía ocurre en algunos sitios y es inaceptable porque se niega al bebé la posibilidad de vivir libre del VIH.
Pese a estos datos, también se puede hablar de avances. El director de Censida recordó que en una encuesta de 1987, ocho de cada 10 personas dijeron que no aceptarían vivir bajo el mismo techo con un homosexual y nueve de 10 rechazaría a un seropositivo. Una investigación más reciente indica que el rechazo es de tres y cuatro de cada 10, respectivamente
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