sábado, 30 de abril de 2011

La violencia estructural es más dañina para los niños que las agresiones físicas

La violencia estructural es más dañina para los niños que las agresiones físicas
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Sábado 30 de abril de 2011, p. 38

La niñez mexicana padece condiciones de violencia estructural –muchas veces normalizada por prácticas culturales nocivas– que limitan su acceso a la educación, la salud, el esparcimiento y la participación igualitaria.

Esta circunstancia hace invisibles los problemas y necesidades de los menores y puede generar daños mayores que cualquier acto de agresión de tipo físico.

Integrantes de organizaciones sociales especializadas en el tema infancia concluyeron lo anterior; en conferencia de prensa expusieron algunos de los retos más graves que enfrenta la niñez del país, en víspera del día en que se conmemora a los niños.

José Alfredo Cruz, de la asociación Género y Desarrollo, señaló que la falta de acceso a los derechos elementales puede causar más estragos que otros actos de violencia explícita y advirtió que millones de niños están sujetos a un modelo patriarcal hegemónico, el cual da lugar a conductas misóginas y homófobas.

Rocío Morales, del colectivo Educación con el niño callejero (Ednica), subrayó que es urgente que el Estado mexicano diseñe políticas públicas eficientes para mejorar las condiciones de vida de los menores, tomando en cuenta que no conforman un grupo homogéneo, sino que tienen necesidades muy diversas.

De acuerdo con encuestas aplicadas en 2009, afirmó, en el país hay por lo menos tres millones de niños –aunque se calcula que la cifra es mucho mayor– que forman parte del mercado de trabajo informal, quienes padecen condiciones de extrema precariedad laboral, bajo desempeño escolar o deserción, y violencia por parte de la policía y otras autoridades.

Menores que ya son padres

Carlos Cruz, integrante de Causa ciudadana, aseveró que además de que se les invisibiliza, a los adolescentes se les considera sujetos peligrosos y reproductores de una cultura violenta, lo que lleva a que muchos de ellos sean reclutados por grupos criminales.

Prueba de lo anterior, lamentó, son los más de 300 menores de edad que han muerto desde hace tres años en circunstancias violentas; no obstante, se calcula que el número es más alto. Al coartar sus mecanismos de participación social, se aniquila a toda una generación de jóvenes y se anula el desarrollo del país.

Por su parte, Eliud Torres, de la asociación Melel Xojobal, lamentó que entre todos los niños maltratados, quienes enfrentan condiciones aún peores son los indígenas, pues además de pobreza y falta de oportunidades, padecen racismo y discriminación, particularmente en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

Por su parte, Nashieli Ramírez, integrante del colectivo Ririki Intervención Social, detalló algunas cifras que muestran las duras condiciones de vida de la infancia mexicana, como el hecho de que casi nueve mil niños sean hijos de otros menores de edad, o que 34 mil estén casados o sean viudos o divorciados.

En videoconferencia desde Ciudad Juárez los activistas Catalina Castillo, José Luis Flores y Laurencio Barraza llamaron a que el gobierno aplique programas de salud, educación, lectura y deporte en favor de la niñez, y de esa forma acaben con el esquema de violencia y marginalidad que muchos de ellos siguen sufriendo

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