Rocío Sánchez
México DF, enero 21 de 2011.
El del tatuaje es un arte antiguo que con el paso del tiempo ha perfeccionado su técnica. Sin embargo, no todos los establecimientos ni todas las personas que lo realizan toman las medidas necesarias para garantizar una práctica segura. Por ello es importante conocer los cuidados básicos para que un tatuaje no ponga en riesgo la salud.
Flores, serpientes, dragones o rostros adornan la piel de miles de personas en el mundo. La práctica que hace tiempo era considerada exclusiva de delincuentes o miembros de las fuerzas armadas, hoy conforma una industria. En México la regulación es ínfima, apenas una mención en la Ley General de Salud que prohíbe tatuar a menores de edad (salvo si tienen permiso de sus padres) o a personas que no estén en pleno uso de sus facultades mentales.
Los tatuajes son pequeñas heridas en las cuales se deposita tinta. Esta sustancia, generalmente hecha a partir de elementos como cadmio, cobalto, cromo y mercurio –según el color–, se inyecta miles de veces en la dermis, la segunda de las tres capas que forman la piel. Por esto, el local donde se realiza esta actividad debe tener medidas de higiene estrictas.
Las agujas deben ser nuevas y desechables, explicó a Letra S Karem Martínez, editora de la revista TatuARTE en la piel desde hace nueve años. Tales insumos deben abrirse y desecharse frente a la persona, esto último en un contenedor especial para residuos biológico-infecciosos. Otros materiales, como algunas piezas de la máquina para tatuar, pueden ser desechables o esterilizarse en autoclave, dispositivo que usan, por ejemplo, los dentistas.
Cuidados antes y después del tatuaje
Cualquier área de la piel puede tatuarse, aunque no se recomienda hacerlo en las palmas de las manos y plantas de los pies, esto porque el tejido es distinto y la tinta puede expandirse o borrarse, afectando la estética del dibujo.
Antes de hacerse un tatuaje es mejor haber comido y descansado, no haber consumido alcohol o drogas, ni haber tomado medicamentos pues algunos pueden interferir con la coagulación, dice Martínez. Se revisa que la piel esté sana y no se haya expuesto al sol.
Luego del procedimiento –que puede tomar varias horas y realizarse en más de una sesión– la cicatrización tarda alrededor de 15 días durante los cuales no debe exponerse la piel al sol ni a la humedad, es decir, no nadar, no usar saunas ni tomar baños muy prolongados. Se puede mantener humectado el tatuaje con cremas que favorecen la cicatrización o aplicando vitaminas A y D.
La experta en historia del tatuaje recuerda que siempre que se utiliza material punzocortante existen riesgos para la salud. Si un tatuaje no se realiza en las condiciones adecuadas el mayor peligro es adquirir el virus de la hepatitis C. “Hablamos de un virus que puede vivir en el instrumental durante días, y que se reactiva al entrar nuevamente en contacto con fluidos corporales”, comenta.
“La gente le tiene mucho miedo al VIH, que siempre es un riesgo cuando trabajas con agujas y con sangre, pero en lo que yo he investigado son mínimos, casi nulos los casos en que se ha podido comprobar la transmisión por tatuajes”, aclara la experta y afirma que, tomando las medidas necesarias, el procedimiento será seguro tanto para clientes como para tatuadores.
No es para todos
“Una vez vino un chavo a tatuarse el retrato de su esposa en el brazo. Se lo hicimos y como a los 20 días regresó a ver si se lo podíamos quitar porque ella le pidió el divorcio”, recuerda Karem, quien trabaja en el estudio “Evolution” desde hace diez años.
“Creo que la gente que quiere un tatuaje debe pensarlo más de dos veces porque, aunque existen técnicas para removerlo, la marca es de por vida. Pasas de una marca a otra: del tatuaje a la cicatriz”. Esto porque hasta la fecha “es más fácil y más rápido ponerte un tatuaje que quitártelo”.
Una de las consecuencias a considerar es la posible discriminación laboral, social e incluso en la propia familia, dice la especialista. No obstante, no todos los tatuajes son motivo de discriminación. Por ejemplo, desde hace unos años se ha extendido la aplicación de tatuajes cosméticos que delinean cejas, ojos y labios, principalmente en mujeres.
En los 18 años que Karem Martínez lleva investigando sobre tatuajes y perforaciones, ha observado que la mayoría de la gente no se tatúa con un fin puramente erótico, pero sí tiende a reafirmar su identidad de género. “Para quien tiene sólo un tatuaje, la parte del cuerpo donde lo tiene sí toma un valor muy importante”, comenta. Así, los hombres dan prioridad a los brazos o la espalda, “que son consideradas partes más masculinas” por su relación con la fuerza física. Las mujeres prefieren tatuarse en “lugares que podrían considerarse como sexys o sugestivos” como el abdomen, los pechos o el coxis.
*Publicado en el número 174 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 6 de enero de 2011
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