Pese a que casi la mitad de la población jornalera migrante en México es menor de edad (2 millones de los 4.2 estimados) y que uno de cada cuatro menores abandona la escuela para incorporarse al trabajo, las difíciles condiciones de vida por las que atraviesan no son consignadas por los medios de comunicación, reportó el segundo informe del observatorio de medios de la Agencia Mexicana de Noticias por los Derechos de la Infancia.
Según el documento, en el periodo de 2009 a 2010 sólo se publicaron 54 textos en torno al trabajo infantil y, de ellos, sólo 33 se refieren al trabajo infantil agrícola.
Los accidentes en los campos agrícolas y las dobles y triples jornadas que llevan a cabo niñas, niños y adolescentes se quedan en la invisibilidad social y mediática
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El trabajo agrícola emplea niñas y niños, en el que, según cifras, hay más varones, aunque las niñas realizan, además de ese trabajo, labores domésticas en su hogar y cuidado de sus hermanos menores.
Sin embargo, dichas situaciones no son reflejadas en los medios de comunicación y cuando se llega a abordar el trabajo de las y los jornaleros agrícolas, sólo se visualizan las condiciones del campo
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Según la Encuesta Nacional de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, otro rasgo característico del trabajo infantil agrícola para los menores de entre 12 y 17 años es el predominio de adolescentes hombres (80 por ciento) sobre adolescentes mujeres (20 por ciento), patrón que se ha mantenido sin cambios entre 1998 y 2004.
El informe refiere que los medios tampoco abundan en la información relacionada con los accidentes que sufren los menores en los campos agrícolas.
El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan ha documentado casos de niñas y niños que han perdido la vida o alguna extremidad durante sus labores agrícolas.
Explotación en el hogar
Asimismo, tampoco se hace referencia a las condiciones de la infancia que realiza labores domésticas en hogares de terceros, considerada una de las peores formas de trabajo infantil, pues no sólo padecen exclusión social y sobrexplotación, con jornadas de hasta 15 horas, sino también se exponen al peligro constante de embarazos por violación de sus empleadores, así como a la pérdida de identidad y autoestima
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