Sorprende mucho a un ciudadano común que representantes de las iglesias califiquen las reformas recientes al Código Civil capitalino que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo como perversas, arbitrarias, soberbias y aberrantes
. Es realmente aberrante que la Iglesia instigue indirectamente a la homofobia en un país con tantos asesinatos de gays que nunca son esclarecidos. En lugar de ayudar a los pobres, migrantes, marginados, etcétera, como lo predica el Evangelio, quiere arrebatarles los derechos a minorías que han tenido que luchar durante siglos en contra de las injusticias. Es aberrante que nunca se han pronunciado de la misma manera en contra de sus propios sacerdotes pederastas cuyas acciones sí son perversas, probablemente debido a la represión sexual a la que son sometidos. Es aberrante que ahora los representantes eclesiásticos nos pongan como modelo a los perros para enseñarnos qué es natural; por tanto, usar una computadora, manejar un coche, etcétera, tampoco debería ser permitido. Es aberrante que se prefiera tener niños de la calle a que una pareja homosexual los puede adoptar y darles un mejor futuro. Es aberrante también que comentadores ignorantes como Esteban Arce de Televisa contradigan con comentarios homofóbicos a expertos en sexualidad. No es un secreto que generalmente los más homofóbicos son los que tienen problemas con su orientación sexual. Ojalá el Gobierno del DF no retroceda ante los reclamos medievales de los conservadores y siga el ejemplo de los países más avanzados.
Doctor Mario Jiménez
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