“Jamás vas a lamer mi vagina” le grita a Adéle una de sus amigas de la escuela, quien sospecha que es lesbiana y le externa su odio lesbofóbico. Esta es una de las primeras veces que se enfrenta a la adversidad social cuando está con Emma, una joven artista de pelo azul con quien suele pasar sus tardes en una banca del parque.
A los 15 años, Adéle es una de las chicas más guapas de la clase de literatura. Es una apasionada lectora de La vida de Mariana de Pierre de Marivaux, obra que describe la vida y fortaleza de una mujer de la Francia de los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, una tarde, mientras acude a una cita amorosa con uno de los chicos más guapos de grados superiores, se cruza en la calle con una joven de cabello azul que atrae su mirada.
En su corta existencia se arremolinan sentimientos inexplicables, los cuales intenta socavar mediante relaciones sexuales con hombres aunque termine por darse cuenta que lo que desea en realidad es otro tipo de experiencia. Así, acude en la búsqueda de un amor, que más allá de ser una utopía de adolescencia, se convierte en una huella profunda en su corazón.
En su búsqueda interior, Adéle encara la realidad y encuentra en Emma, una joven abiertamente lesbiana, a su complemento. Con ella sortea retos como presentarla ante sus padres como una amiga íntima aunque fuera de su casa participa con ella en los desfiles del orgullo gay y todo el círculo social de Emma la conoce como su pareja.
De esta manera, el filme permite ver distintas etapas de esta relación sentimental, en la que el erotismo no es ajeno aunque los proyectos de vida y deseos puedan ocasionar severas bifurcaciones pero también sentimientos puros, casi extinguidos en nuestro mundo contemporáneo.
La vida de Adéle, del realizador tunecino, radicado en Francia, Abdellatif Kechiche vuelve a diseccionar a la sociedad francesa, ahora desde el tema de la diversidad sexual, para mostrar las distintas opiniones que prevalecen sobre el tema en una comunidad que se polarizó este año con la aprobación del matrimonio igualitario, pero sobre todo a dos seres humanos libres con la capacidad de amar.
Anteriormente Kechiche había realizado un ejercicio similar en su ópera prima La culpa la tiene Voltaire, en la cual narra la historia de un migrante del norte de África que requería casarse con alguna ciudadana francesa para quedarse en el país la cuna de la libertad, o en Venus negra, su trabajo anterior, que aborda el gusto de la sociedad francesa pos revolucionaria e ilustrada del siglo XIX por el exotismo de tierras alejadas, y bajo el cobijo de la ciencia, apresaba seres humanos para ser exhibidos y estudiados como si fueran seres diferentes a ellos.
Es esta ocasión, basado en la novela gráfica El azul es un color caliente, de Julie Maroh, el realizador de Túnez optó por retratar el devenir de dos espíritus libres en pleno siglo XXI, quienes a su manera viven una revolución interior.
Galardonada con la Palma de Oro en la más reciente edición del Festival de Cannes, La vida de Adéle se exhibe como parte de la 55 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. Consulte horarios y cartelera en www.cinetecanacional.net
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