Funcionarios del INM, los primeros en violar garantías de migrantes
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Domingo 24 de noviembre de 2013, p. 29
Domingo 24 de noviembre de 2013, p. 29
Aunque los funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) deberían conocer y aplicar las nuevas disposiciones de la ley en esta materia, suelen ser ellos mismos los primeros en ignorarlas y violar las garantías básicas de quienes atraviesan el territorio nacional sin documentos en su búsqueda por llegar a Estados Unidos.
Así lo denunció Norma Romero Vásquez, coordinadora de la organización Las Patronas, quien fue galardonada con el Premio Nacional de Derechos Humanos 2013 por sus casi 20 años de ayuda a los migrantes que transitan por el estado de Veracruz.
Para nosotros es un honor que (con el premio) hayan volteado su mirada hacia nosotros. Eso quiere decir que nuestro trabajo es reconocido por la gente. Es una obra de Dios, que es quien nos ha motivado para hacer todo esto, para concientizarnos de la importancia de ayudar al ser humano sin importar religión, país ni color de piel, dijo Romero en entrevista con La Jornada.
La labor de los integrantes del colectivo –quienes viven en la comunidad de La Patrona, ubicada en el municipio de Amatlán de los Reyes– comenzó en 1995, con el propósito de aliviar de alguna forma los padecimientos de los trabajadores sin documentos, recordó.
Somos 14 mujeres y dos hombres que ya se nos anexaron como voluntarios. Unas se dedican a cocinar y ellos van a comprar y a recoger el pan en la mañana. Aquí nos pasamos los 365 días del año, incluidos los cumpleaños y las navidades, pero también cada uno tiene su día de descanso, explicó.
Mediante donaciones de la sociedad civil, universidades, negocios e incluso del gobierno del estado, Las Patronas se hacen de frijol, arroz, soya, atún, aceite, pan y tortillas, con los cuales preparan los lonches que dan en bolsas de plástico mientras los migrantes pasan a toda velocidad a bordo del tren de carga conocido como La Bestia, en un trabajo de equipo donde
todos meten la manita.
Aunque en la zona donde realizan su labor de ayuda altruista no ocurre la peor parte de los abusos contra los indocumentados, en el albergue La Esperanza que ellas dirigen, las mujeres han escuchado cientos de historias sobre robos, extorsiones, secuestros y violaciones de los que son víctimas los migrantes, quienes no denuncian por miedo y para no perder tiempo en su viaje hacia el norte.
Cuando llegan a comer, a descansar o a ducharse, muchos se quejan de lo que les hacen los del INM o los policías. Si nosotros conocemos la nueva ley de migración por cursos que hemos tomado, ellos con más razón deberían de conocerla y defender a los hermanos migrantes, pero no lo hacen, lamentó Romero.
Para la activista –quien reconoció la ayuda de religiosos como Alejandro Solalinde, Pedro Pantoja y Raúl Vera–, la única forma de evitar que continúe el flujo de las decenas de miles de personas que arriesgan la vida al ir a Estados Unidos es darles oportunidades de estudio y trabajo.
Si hubiera eso, los muchachos no tendrían por qué irse de sus países. Yo tengo un hijo y como madre de familia esa es mi preocupación, subrayó
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