Solicitan alimento, cobijas y atención médica
Gobiernos estatales analizarán el problema
Lunes 13 de febrero de 2012, p. 35
Santiago Ixcuintla, Nay., 12 de febrero. Teófilo de la Cruz y su familia son oriundos de Durango y es la primera vez que vienen a Otates, municipio de Santiago Ixcuintla. Caminaron por la carretera y, cuando tenían suerte, algún chofer les daba un aventón. Así cruzaron las sierras de El Nayar y de Ruiz.
Como ellos, cientos de indígenas coras y huicholes que huyen de la sequía en Durango y Zacatecas han arribado en días recientes a la plaza de esta localidad para trabajar en el corte de pepino, jitomate o tomate de hoja; otros limpiarán la tierra si bien les va.
En Durango no hay agua; la tierra no nos dio nada. Tenemos hambre y necesitamos dinero; por eso caminamos, vamos allá (a Santiago Ixcuintla), dicen que hay agua y trabajo
, comenta De la Cruz en su escaso español mientras camina por un camino serrano, difícil de andar a pesar de estar pavimentado.
Historias como las de Teófilo y su familia se repiten. Los jornaleros dicen tener el mismo motivo: Todo está seco allá y el hambre aprieta.
Aunque no existe un padrón de los jornaleros que llegan a los campos de Ixcuintla en temporada de corte, se calcula que en días recientes han arribado entre mil 500 y 2 mil personas, que se suman a las 4 mil de años anteriores.
La plaza de Otates parece una romería, abarrotada de cortadores de hortalizas y de quienes cuidan el tabaco. Los indígenas ya no visten ropas tradicionales; usan sudadera, playeras de manga larga y cachuchas. Hoy reniegan porque la lluvia les impide trabajar en el campo.
Muchos duermen aquí en la plaza y de ahí parten a las tierras a trabajar
, dicen vecinos.
Los albergues de la Secretaría de Desarrollo Social están repletos. El sistema municipal para el Desarrollo Integral de la Familia explica que este año han llegado hasta 20 por ciento más jornaleros que en otras temporadas de corte, la mayoría provenientes de Zacatecas y Durango, aunque también llegan de Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Jalisco y de otros municipios de Nayarit.
Los jornaleros piden cobijas, pues duermen en el piso o al aire libre; otros lo hacen en las tierras de sus patrones, donde laboran desde las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde y, si la luz lo permite, una hora más. También solicitan alimentos; otros, consultas médicas o medicinas.
Lino Carrillo, director de la Comisión Estatal de Pueblos Indígenas, señala que en la sierra nayarita no hay hambre porque de cada 10 indígenas seis dejan sus comunidades y se van a trabajar a otros lados; si todos se quedaran el panorama sería difícil
.
El miércoles pasado, al enterarse de que muchos indígenas de Durango vinieron a Nayarit por falta de comida, agua y empleo, el gobernador Roberto Sandoval Castañeda señaló: Vamos a platicar con el gobernador de Durango para ver cómo ayudamos juntos a nuestros hermanos y ver si nosotros podemos recibir tanta gente.
En las esquinas y en las tiendas es común ver hombres y mujeres jornaleros descansando o comprando algo de comer.
De 20 años de edad, Cruz Muñoz viene de Zacatecas por primera vez. “Yo me quedaba allá a estudiar, pero esta vez el campo no pudo darnos nada, no llovió, y mis papás ya son grandes. Yo trabajo aquí, les mando (dinero) todos los fines de semana, a veces más de mil pesos.
Creo que mejor me quedaré a vivir. Hay agua y tierras buenas; de aquí puedo seguir enviando apoyo a mi casa, dice. Dos jóvenes lo escuchan y asienten. Se alejan con un refresco y una pieza de pan en las manos
No hay comentarios:
Publicar un comentario