Luego de que personal médico cometió un error al transportar un corazón que sería trasplantado, se determinó que los traslados de órganos sólo se harán de los helipuertos del sector salud y del gobierno federal y se evitará que los aterrizajes ocurran en “la calle” como en ese caso, indicó el director del Hospital General del Centro Médico Nacional La Raza, Jaime Zaldívar Cervera.
El directivo destacó el impacto positivo del programa de trasplantes de esa unidad de alta especialidad, en la que en cuatro días se realizaron tres trasplantes de corazón la semana pasada. Una de las pacientes, Erika Hernández Pérez, de 27 años, tiene el corazón que se cayó en la avenida.
Zaldívar explicó que en lugar de “bajarnos en el helipuerto de Magdalena de las Salinas, que está a cuatro minutos de aquí”, desafortunadamente, “por condiciones climáticas nos bajaron en la calle”, lo cual modificó el protocolo.
Tras esa experiencia, dijo, se inhibirán las áreas inadecuadas. “Si existen helipuertos en el IMSS, en el sector salud y del gobierno federal, hay que llegar ahí. No hay por qué parar el tráfico ni batallar con los baches, no hay por qué correr; es muy importante la preservación, porque se lucha también contra el tiempo, pues un corazón tiene un plazo de entre seis y ocho horas.”
Además de lo anterior, informó que ya fue adquirido un contenedor de hombro –en lugar de la tradicional hielera– para transportar los órganos. La función es garantizar el frío, sin embargo, las bolsas donde se guardan los órganos son suficientes, pues contienen un líquido que los preserva.
El pasado 11 de enero, un helicóptero Cóndor de la policía capitalina que transportaba el corazón para trasplante aterrizó en Antonio Valeriano y avenida Vallejo. Un miembro del equipo médico tropezó y la hielera se abrió, por lo que el órgano se salió del contenedor y rodó por la calle.
El director comentó que la persona que tuvo el incidente, César Villaseñor, es profesional y comprometido, ya que en dos años “trajo 21 corazones, 20 hígados y 66 riñones”.
Informó que en 2011 realizaron 231 trasplantes en ese nosocomio, de los cuales 11 fueron de corazón, pero existe una lista de espera de 34 pacientes. “Si lleváramos el ritmo que tuvimos en los años pasados, tardaríamos cuatro años en trasplantar eso, pero si continuamos con el ritmo de ahora, a lo mejor tardamos un año.”
Erika Hernández esperó un corazón un año y medio, contó en el área donde se recupera. Nació con una cardiopatía congénita y recibió el trasplante el pasado 11 de enero. Oriunda de Pachuca, Hidalgo, dice que antes su vida se fue sin hacer casi nada, ya que se cansaba, se hinchaba, le faltaba aire, las uñas se le ponían moradas.
Pero ahora quiere terminar su carrera de estilista, “agarrar fuerzas para trabajar y tener hijos más adelante”.
Alfonso Ortiz López, de 43 años, relató que a sus cuatro hijos les dice que ya tienen “papá nuevo”. Sin embargo, está desempleado, ya que la empresa Autotrasportes de la Ciudad de Tejupilco, en el estado de México, lo despidió hace dos años a consecuencia de su cardiopatía dilatada. Toda la vida, dijo, ha sido chofer y su deseo es sacar a sus hijos adelante.
En tanto, Rosa María Velázquez, de 57 años, expresó que ahora podrá convivir el tiempo que quería con sus hijos. Si no recibía el trasplante –operación que se practicó el pasado 10 de enero– no tenía otra opción.
viernes, 20 de enero de 2012
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