El panorama laboral de los jóvenes en 2012 y los próximos años, se presenta sumamente difícil, ya que este sector tiene y seguirá afectado por tasas de desocupación muy altas, precariedad en los empleos, informalidad de los mismos y ausencia de seguridad social, pues no se vislumbra que esta situación pueda cambiar en el mediano plazo.
Las repercusiones más severas de la crisis se resienten en la mano de obra juvenil, en especial en el grupo de entre 14 y 19 años de edad, golpeado por una precariedad laboral extrema, falta de oportunidades e incertidumbre en el trabajo.
Los investigadores y especialistas de El Colegio de México, Orlandina de Oliveira y Minor Mora, plantean en su informe El deterioro de la situación laboral de los jóvenes en tiempos de crisis, que la evidencia empírica muestra que en los años recientes gran parte de la mano de obra juvenil ha ocupado puestos de trabajo más precarios, sin estabilidad, prestaciones o seguridad social y con remuneraciones deprimidas, es decir, contexto de vulnerabilidad laboral que no se prevé que cambiará próximamente.
Paradójicamente, la expansión del desempleo se concentra en sectores de trabajadores más preparados, urbanizados e industrializados, sobre todo en la región norte del país, como Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Sonora, economías que tienen mayor grado de dependencia del mercado estadunidense. En contraste, en el Distrito Federal la mano de obra joven se ha ido en gran medida hacia la informalidad, sobre todo las mujeres, advierten.
Oliveira y Mora exponen que la precariedad laboral de la mano de obra juvenil parece persistir en el tiempo e irse incrementando en lugar de disminuir, lo que evidencia la incapacidad de integración de los mercados laborales.
Al reflexionar acerca de las posibilidades ocupacionales futuras de las y los jóvenes mexicanos, señalan que “en la coyuntura actual, caracterizada por la caída del crecimiento económico, aumento de los niveles de pobreza y escalada de la violencia vinculada al crimen organizado, la situación laboral de la población joven, que antes ya era preocupante, ahora requiere atención inmediata.
Los contextos con más alto grado salarial han perdido su potencial de integración de la mano de obra joven en empleos de mejor calidad. A su vez, en los contextos de muy bajo grado, los y las jóvenes no buscan trabajo debido a que ni siquiera las oportunidades en la informalidad se han extendido. La inactividad forzada parece ser una condición que podría estar adquiriendo mayor importancia.
Advierten los especialistas que las posibles repercusiones de situaciones de exclusión laboral en la trayectoria futura de la población joven pueden ser muy elevadas, pues cuando la escuela y el trabajo pierden su potencial de fungir como ámbitos de integración social, es decir, cuando el sistema escolar no tiene capacidad de absorber y retener a las y los jóvenes y los mercados de trabajo no les ofrecen empleos suficientes, ni mucho menos de calidad, pocas son las vías alternas legítimas de que disponen para acceder a una vida mejor, ejercer sus derechos y para que haya igualdad social en el país
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