Leonardo Bastida Aguilar
Ilustración: Adrián Nandayapa
Desde hace dos años, Pepe y Deme viven una relación sentimental en la que han quedado de lado factores como la edad o las creencias. Para ellos, lo más importante es aceptar a la persona como tal, sin juzgar, por lo que el hecho de que uno sea VIH positivo y el otro negativo no ha sido un impedimento para forjar una vida en común.
“Cuando estás enamorado de una persona y quieres entablar una relación, su estado serológico pasa a segundo término. No puede ser que por saber que la otra persona es VIH positiva no quieras saber nada de ella. Una relación va más allá de lo sexual”, relata Deme para explicar por qué decidió tener una relación de pareja con Pepe, su novio desde hace dos años, quien es seropositivo desde 2005.
Amantes de la naturaleza, uno biólogo y otro veterinario, viven inmersos en el canto de pájaros, pavorreales, y una gran cantidad de plantas que dan a su hogar un toque de tranquilidad en medio de un barrio céntrico de esta ciudad. Para ambos, la convicción de una salud integral va más allá del prejuicio que podría pesar sobre quien es seropositivo, pues una pareja requiere de armonía y convicciones para salir adelante, razón por la que enfocan sus energías a la salvaguarda del medio ambiente y los recursos naturales.
También evitan caer en el consumo excesivo de alcohol, llevan una dieta a base de verduras, frutas y oleaginosas, hacen meditación y ejercicio. Este ritmo de vida beneficia a ambos, coinciden. “Si promovemos la salud entonces tenemos que ser congruentes y vivir sanamente”.
Besos, sonrisas, abrazos y caminar de la mano son aspectos de la vida cotidiana que les gusta compartir. Incluso la parte más polémica “para algunas conciencias”, como son las relaciones sexuales, la realizan con el mayor cuidado posible. Para ellos es importante no renunciar al placer. Se puede tener sexo con condón o juegos sexuales que no requieren de penetración, asegura Deme. Además, Pepe ha mantenido su carga viral indetectable debido a la alta adherencia a su tratamiento antirretroviral, hecho que, cuando han ocurrido accidentes como la ruptura del condón, ha contribuido a que Deme no se haya infectado.
A pesar de saber esto, la confianza no cede y cuando ocurren accidentes acude a realizarse pruebas rápidas de detección después del correspondiente periodo de ventana, así como las confirmatorias. Nunca ha considerado tomar tratamiento postexposición ya que, asegura, en caso de que no haya condones prefiere no tener relaciones, pues no es fácil tomar terapia antirretroviral.
Deme reconoce que el riesgo de infección provocó ciertos momentos de tensión en la pareja, los cuales fueron superados por el diálogo y la confianza, aunque aclara: “para Pepe no es tan difícil, el que tendría más problemas sería yo. A veces dice que soy un exagerado, pero lo prefiero a infectarme”.
Sin embargo, para ambos, lo más importante ha sido repensar el sexo. En primer lugar, explica Deme, se debe entablar una buena comunicación en la que se establezcan “las reglas del juego”, ya que, considera, se deben proteger ambos para hacer las “cosas” con precaución y sin problema. Al respecto, explican, que ahora le apuestan más a los juegos sexuales que no necesariamente deben culminar en una penetración, hecho que, en un principio, reconoce Pepe, no le gustaba del todo, pues él prefiere la penetración, pero ahora ha aprendido a disfrutarlos plenamente.
La pareja está a la expectativa de los resultados de investigaciones que han demostrado que en las parejas serodiscordantes –con un integrante VIH positivo y el otro negativo– como ellos, la adherencia al tratamiento antirretroviral evita nuevas infecciones debido a que la carga viral del miembro positivo permanece indetectable, aunque confiesan, por más pruebas que haya, es fundamental practicar el sexo seguro para evitar la infección.
Al paso del tiempo, reconocen que se han acabado las tensiones y se dedican a disfrutar. Incluso, narra Deme, cuando se conocieron en un centro deportivo, y Pepe le dijo ocho días después que era VIH positivo, le reclamó por no haber conocido esa información desde un principio. Para él, si alguien desea estar contigo es importante saber todo de esa persona, sin importar lo que sea.
Pepe comenta que hace casi siete años, cuando supo su condición serológica, sintió que el mundo se derrumbaba. Su frustración fue muy grande. En primer lugar, fue internado en un hospital como consecuencia de una pelagra –enfermedad en la piel causada por la falta de vitamina B3– pero su condición de hombre homosexual mayor de 50 años hizo que le practicaran una prueba de VIH en la que resultó positivo.
Además, confiesa, desde que supo sobre la existencia del VIH/sida practicó sexo protegido, sin embargo, sospecha que fue su primer pareja sexual quien lo infectó. Sin tapujos afirma que es frustrante tener un estado serológico positivo cuando ha dedicado muchos años de su vida a la prevención de la infección por VIH.
Para él, se debe acabar con la visión de que la vida acaba con el virus. Por el contrario, él ha logrado encontrar una pareja y se considera muy afortunado por tener “otra almita que te escuche, que te acompañe”. Aunque reconoce que puede ser difícil una convivencia, “debe haber una empatía y condiciones que favorezcan que se armonicen esas dos personas”.
El paso del tiempo y diversas experiencias le hicieron reflexionar, lo que le permitió iniciar una relación sentimental. El hecho de que Deme lo acompañe a su consulta mensual a la Clínica Especializada Condesa o que hagan proyectos juntos como la agricultura urbana, el diseño de azoteas verdes o el estudio de la medicina cuántica le hacen reconocer que “es muy padre que alguien en libertad de no enfermar pueda apoyar al otro, así nos vamos dando la mano”.
*Publicado en el número 185 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 1 de diciembre de 201
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