domingo, 4 de septiembre de 2011

Las soluciones de Brasil no sirven para México

El tema es Brasil, ese milagro admirado por mexicanos de izquierda y derecha, de arriba y abajo. Y lo aborda Joao Pedro Stedile, fundador y dirigente del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil: Los mexicanos piensan que ya resolvimos todos nuestros problemas y no hemos resuelto ni siquiera los del futbol.

Stedile lleva pocos días en México, pero conoce bien este país, porque aquí vino a estudiar un posgrado, en la Universidad Nacional, hace ya unas décadas. Le asombra, con ese conocimiento, que gobernantes e intelectuales mexicanos no se cansen de hablar de Brasil y de Petrobras como modelos: No nos tomen como modelo para nada, ustedes están bien con la Sub-17, dice entre risas este hombre blanco y barbado, con aspecto de profesor universitario, descendiente de inmigrantes italianos y nacido en Rio Grande do Sul, donde los brasileños, conviene, parecen argentinos o uruguayos.

Las risas pasan a carcajada cuando se le pregunta si es verdad lo que dice el sociólogo Emir Sader: A quien no lo descifra, Lula se lo come:

“Nosotros lo desciframos. ¿Cómo lo hicimos? Lula nos ayudó. Cuando la prensa le preguntaba si él es de izquierda, siempre respondía: ‘Soy obrero metalúrgico’”.

–Católico y corinthiano (seguidor del equipo local de futbol Corinthians).

–Así es. Caracterizamos la verdadera naturaleza de su gobierno: no era un gobierno neoliberal, como mucha gente de izquierda lo califica. Pero tampoco un gobierno popular. ¿Ahora la clase trabajadora está en el gobierno? No. Entonces pudimos ajustar nuestra táctica. Y hoy pasa que los movimientos sociales que simplemente se adhirieron y pasaron a defender al gobierno ciegamente no tienen respaldo, porque la gente dice: Ah, esos son charros, gobiernistas. Y tampoco crecieron los que se pasaron a la oposición, aunque con buenas ideas. Porque el pueblo les dice: ¿Cómo vamos a oponernos, si el gobierno de Fernando Henrique Cardoso sólo nos creó problemas, y por lo menos con Lula algunos fueron resueltos? La situación es compleja, pero nosotros intentamos seguir ahí, en el hilo, para acumular fuerzas.

Y llegó el agronegocio

Stedile es el dirigente más visible del MST, un sólido movimiento que agrupa unas 700 mil familias en todo Brasil y que lo mismo ha ganado el apoyo de figuras del espectáculo mundial y de notables intelectuales, que un rudo rechazo que se expresa cotidianamente en la gran prensa brasileña.

–Allá los presentan no sólo como una banda de forajidos, sino como un signo de atraso político. ¿De dónde viene eso?

–El movimiento nace y se desarrolla en la década de los noventa, cuando el capitalismo industrial estaba en crisis.

Y la burguesía industrial brasileña nos toleró, porque veía que el reparto de la tierra podría ayudar a generar un mercado interno de masas. Pero cuando vino el neoliberalismo se produjo en el campo una nueva alianza de clases, que ya no era dominada por latifundistas o una burguesía nacional criolla.

–Llegó el agronegocio.

–Sí, y no es simplemente una palabra, es un modelo de relación del capital con el campo, basado en una nueva alianza entre bancos, empresas trasnacionales, grandes propietarios de tierra y, ojo, empresas de medios. Hay una asociación brasileña del agronegocio que reúne 50 empresas, y tres medios de comunicación son socios. En ese modelo no hay espacio para los campesinos. Sin embargo, nosotros existimos. Somos 4 millones de familias sin tierra y, por tanto, reaccionamos, seguimos luchando por la tierra y por otro modelo antagónico al agronegocio. Y ellos han impulsado una política de represión, ya no como el latifundista que nos mataba gente, ya no la represión policiaca, sino la criminalización en los medios y por el Poder Judicial. Incluso durante el gobierno de Lula se agudizó esa política, porque su gobierno no nos reprimió. ¿Te imaginas? El ministro del Trabajo era huelguista hasta ayer, ¿cómo él va a reprimir? Debemos reconocer que el gobierno de Lula siempre tuvo una política de valoración y de respeto como parte de la lucha democrática. Entonces la burguesía tuvo que utilizar los instrumentos donde tiene hegemonía total, que son los medios y el Poder Judicial.

Dilma irá más a la izquierda

–Quizá sea pronto para evaluar a Dilma Rousseff, aunque quizá es temprano: los casos de corrupción en su gobierno y su relación con el PT.

–Los casos de corrupción existieron pero no son del gobierno. Se trataba de desviaciones éticas, como es el caso de (Antonio) Palocci, que no cometió ilegalidad, pero cometió un desvío ético. O se trataban de corrupciones de partidos, no del gobierno.

–Del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, aliado del PT y con varias carteras en el gobierno).

–O del PR (Partido de la República). Cuando ella cambia los ministros y los cambia bien, su gobierno sale fortalecido de esos episodios, porque la opinión pública vio que era la posición correcta, sacar a los ministros y cambiarlos por mejores ministros.

La relación de Dilma con el PT va a ser más democrática y mejor que con Lula. Porque Lula es mayor que el PT, entonces hacía lo que quería con el partido, pero Dilma no. Además de haber llegado después, porque ella venía de otro partido, ella debe tener una relación política con el PT, y no de mando. Creo que incluso se va a fortalecer el PT, no en el sentido de tener más cargos, sino que tendremos el resultado de una administración más republicana, donde las organizaciones políticas asuman el gobierno.

–¿Más a la izquierda también?

–Sí. Primero, porque Dilma tiene un reto: si ella hace un gobierno igual al de Lula, está derrotada, porque la gente va a decir: Bueno, Lula hizo ya eso. Ella tiene que tomar medidas más progresistas que Lula, para viabilizar políticamente su gobierno, si quiere un segundo mandato. Otro factor es que la crisis internacional del capitalismo será profunda, y eso va a llevar a que Dilma tenga que tomar a mediano plazo medidas contundentes para controlar las tasas de interés y de cambio, y eso es afectar el núcleo duro del capitalismo y, por tanto, es ir a una política económica más de izquierda. O sea que nosotros no la vamos a obligar a ir más a la izquierda, lo harán las mismas contradicciones del capitalismo internacional. El último factor es que ya cerramos un periodo histórico de descenso del movimiento de masas y viene una nueva generación de obreros, de jóvenes, que no estaban aquí en el periodo de Lula y que tienden a movilizarse más frente a los problemas. Nuestra esperanza es que en los próximos años tengamos un reascenso del movimiento de masas y eso va a presionar al gobierno para tomar medidas más progresistas.

¡Coman más tacos!

Hacia el final de la entrevista Stedile retoma el tema del milagro brasileño y la fascinación que causa en México:

“En Brasil tenemos intelectuales colonizados que dicen ‘la solución es China, porque vean cómo crece 10 por ciento’. Las soluciones de China no sirven para Brasil, como las de Brasil no sirven para México. Me da risa que muchos mexicanos de la burguesía y de la prensa apunten a Brasil como modelo”.

–¿Y cómo se ve a México desde Brasil?

–Los medios internacionales presentan la violencia como algo espectacular. Esos problemas en mi opinión son localizados, y ustedes no pueden caer en esa trampa de la derecha, de que todo es violencia y todo se resuelve con la violencia. México está en una encrucijada que debe resolver quizá antes que nosotros, porque ustedes no han derrotado al neoliberalismo. A nadie se le ocurre decir en Brasil que la solución para los problemas sociales es el mercado: nada, todos defienden que el Estado debe tener una presencia mayor.

“Espero que en las próximas elecciones, más que elegir nombres hagan un gran debate sobre cuál es el proyecto político y económico para la sociedad mexicana. Este país necesita un proyecto de desarrollo nacional popular y de derrota del neoliberalismo; es una lástima que ustedes paguen tan caro por la cercanía de Estados Unidos y por tener una burguesía torpe, ignorante, que sólo piensa como los gringos.

“Mi deseo es que en las próximas elecciones ustedes discutan qué proyecto quieren y salgan de esa emboscada de la burguesía de sólo discutir nombres o discutir violencia. Ojalá los burgueses mexicanos pensaran como mexicanos. Coman más tacos y menos McDonald’s; ¡los tacos ayudan a clarificar las ideas!

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