Luis Manuel Arellano*
México DF, junio 13 de 2011.
La Reunión de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Sida, conocida como UNGASS, concluyó sus actividades con la firma de otro acuerdo, uno más. Dicho compromiso fija nuevos objetivos para el 2015, todos ellos ambiciosos. Uno me resulta especial: que 15 millones de personas con diagnóstico de sida logren acceso a los antirretrovirales.
La meta es noble y obligada. Sin embargo, constituye al mismo tiempo la expresión del confort con el cual se suelen tomar decisiones conjuntas en la máxima representación diplomática del mundo, que cada año y con mayor frecuencia aparece como una entidad burocrática, por lo menos en cuanto a la lucha contra el sida se refiere. Y es que ante los propósitos contenidos en la declaración, sobre todo el que aquí se ha subrayado, no queda más que cuestionar ¿Es posible que dentro de cinco años un total de 15 millones de personas con sida tengan acceso a medicina de manera garantizada? 15 millones con atención especializada. 15 millones con calidad de vida. 15 millones con reintegración social y mitigación del daño. ¿Usted lo cree? ¿Tienen los gobiernos condiciones económicas para instrumentar la tarea? Y si no pueden, no quieren o no se interesan, ¿ONUSIDA aportará los recursos para cumplir el pacto?
Si algo ha demostrado la lucha contra el VIH/sida es que construir metas resulta insuficiente cuando se carece de sustentabilidad, voluntad y decisión de cumplir. Y eso es lo que ha sucedido en México con los compromisos anteriores de UNGASS. Nimios avances, retórica e informes sin rumbo, que muchos suscriben sin haberlos leído.
¿De verdad hay quien todavía cree que el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida (Censida) puede cumplir su parte en este último acuerdo? Sólo hay que reflexionar, contextualizar y recordar: si hace unas semanas todavía existía un desabasto de antirretrovirales en el sector salud federal, ¿de dónde saca la delegación mexicana que asistió a Nueva York, que cuenta con condiciones para cumplir su parte en esta nueva resolución de la UNGASS?
¿En verdad hay compromiso en la Secretaría de Salud, que ha dejado de hablar de sida y también de hacer espots para contribuir a su prevención y educar contra la discriminación? No hay lógica ni sentido en el hecho de que México asuma una tarea que la actual administración no tendrá necesidad de atender por dos razones, porque su titular, José Ángel Córdova Villalobos, dejará en septiembre la dependencia para buscar la gubernatura de Guanajuato, y porque el jefe del Censida, José Antonio Izazola dejará el cargo cuando cambie la administración federal el año entrante. ¿Nos vamos a acostumbrar a la simulación?
Y es que la intención de cubrir con medicamentos a 15 millones de personas que los necesiten supone, prácticamente, el “acceso universal”, una premisa que carece de basamentos efectivos para cumplirse, por lo menos en América Latina, donde las organizaciones civiles siguen denunciando desabasto de medicina.
Mucha verdad existe en esa conseja popular de que la burra no era arisca. Y es que basta con releer la primera declaración de UNGASS, suscrita el 27 de junio del 2001, donde se describe un ambicioso programa de acción con cinco prioridades, una de las cuales decía: “Proporcionar tratamiento a todos los infectados (sic)”.
La declaración del 2001 también advertía: “la lucha contra el sida no podrá ganarse si no se cuenta con los recursos necesarios. Es preciso que movilicemos entre 7,000 y 10,000 millones de dólares al año para financiar todos los aspectos de esta lucha en los países medianos y bajos ingresos”.
¿Y qué pasó con esos enunciados? Pues que el dinero nunca se juntó en esa cantidad y que, evidentemente, tampoco se pudo proporcionar medicamentos a “todos los infectados”.
Lo anterior indica que ni los funcionarios de ONUSIDA, ni mucho menos los representantes de los programas nacionales que asistieron a la sede de la ONU, pero tampoco muchas activistas ni otros actores estratégicos, tuvieron la ocurrencia de leer lo que 10 años atrás se había aprobado para valorar el alcance de las nuevas metas. Dicen, y dicen bien también, que cuando no hay memoria aparece la burocracia.
¿Qué significa esto? Que el propósito de ofrecer antirretrovirales a 15 millones de pacientes, firmado con pompo y platillo este 10 de junio, es el mismo ya citado y que está contenido en la primera declaración del 2001, en el sentido de “proporcionar tratamiento a todos los infectados”. De pena. Si, de pena, pero también de rabia.
Y es que con UNGASS 2011 se va a comprobar lo que ya pasó con las anteriores reuniones de las asambleas especiales de sida: que no va a pasar nada, salvo un gasto importante de recursos que, sin duda, podrían haberse destinado a acciones más efectivas. Y mientras esto sigue, a 30 años de su aparición, cada día 7 mil personas adquieren la infección.
*Periodista
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