Rubén Figueroa, coordinador del Movimiento Migrante Mesoamericano, reveló lo anterior y advirtió sobre el acoso que padecen en el sureste de México tanto activistas como funcionarios gubernamentales que luchan contra la trata de personas.
El martes pasado, explicó el activista, Heyman Vázquez tuvo una discusión con un grupo de soldados en el poblado de Corazones, Oaxaca –muy cerca de la frontera con Chiapas–, debido a que sin motivo aparente los militares le pidieron su documentación, lo que el sacerdote rechazó al considerar que esas personas no pueden realizar funciones del Instituto Nacional de Migración.
Al volver a pasar por el mismo punto unas horas más tarde, cuando volvía de una misa en la comunidad de Chahuites, el religioso fue detenido por los uniformados, quienes lo acusaron de querer atropellar a uno de sus compañeros, y lo retuvieron por espacio de una hora y media, aproximadamente.
Vázquez reprochó a los soldados su actitud prepotente
, negó los cargos en su contra y se puso en contacto con activistas. Al ver el respaldo que concitó, y la denuncia que interpuso ante visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los militares lo dejaron ir.
Esto lo consideramos un agravio a su persona y un acto de intimidación. Siempre hemos dicho que en el país no hay garantías de respeto a los derechos humanos
, y una prueba más son las amenazas que recibió la semana pasada la cónsul hondureña Patricia Villamil Perdomo, quien denunció a bandas de tratantes de mujeres centroamericanas, a quienes obligan a prostituirse en México.
Nos solidarizamos con ella, y aunque no ha habido agresión física directa, pedimos a las autoridades mexicanas y hondureñas que le brinden medidas de seguridad, recalcó Figueroa
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