Viernes 6 de mayo de 2011, p. 3
Autopista México-Cuernavaca, 5 de mayo. Sostiene que está convencido de que su deber pastoral es estar aquí y participar en la movilización, porque el país se está desbaratando de tanta violencia. Enfundado en ropa deportiva, sólo un enorme crucifijo sobre el pecho identifica a Raúl Vera López como obispo de Saltillo, quien, sin matices, afirma: Este país cada día se desarticula más, la impunidad y la inseguridad crecen; aunque no, no es un país de cabeza, es un país sin cabeza
.
Al paso que lleva la caravana, el obispo alude al mensaje presidencial emitido en cadena nacional la víspera del inicio de la Caminata-Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad.
Asevera que ese mensaje mostró al presidente Felipe Calderón con una gran debilidad, porque su sistema, aunque lo está imponiendo a la fuerza, no tiene aceptación: su guerra no tiene respaldo. No veo una mentalidad democrática en quien gobierna, porque la democracia consiste en escuchar al pueblo
.
–¿Hay obstinación presidencial en su estrategia?
–No sólo obstinación, sino también incapacidad de la estructura que ha creado y de las personas que colaboran con él. Hay mucha corrupción dentro de la estructura del Estado y su colaboración política.
La ley de seguridad, con tintes dictatoriales
Vera López tiene claro su diagnóstico sobre la situación del país y por eso lamenta que ante la creciente inconformidad social la respuesta sea la promoción de una Ley de Seguridad Nacional con visiones dictatoriales, cuya pretensión principal no es defender a la sociedad sino defender al Estado de los ciudadanos.
Quieren suplir la indignación e inconformidad con el endurecimiento de una legislación que autorice el uso discrecional del Ejército
, subraya.
Vera señala que el reclamo social empuja a recomponer esa estrategia, “porque la violencia nos está desbaratando, amenaza a la ciudadanía, pero no, no se quiere escuchar. No le estamos pidiendo cauces fuera de la Constitución, le estamos pidiendo que regrese a la Constitución porque es presidente de una República democrática que tiene cauces legales para resolver los problemas, para desarticular el crimen organizado, para llevar ante los jueces a los criminales, para desmontar las complicidades.
Y si esos cauces legales no son suficientes, por ejemplo, para detener el lavado de dinero, se deben fortalecer con una nueva legislación. Pero aquí se junta todo: no querer enfrentar la corrupción que hay en las estructuras políticas y no frenar el dinero sucio en las elecciones, porque desde ahí empiezan a nacer los compromisos de entregarles las policías.
Acerca del otro lado, el de la gente, indica: Lo que en un momento hubiera podido ser desorientación, cobardía o miedo, ya se convirtió en indignación, en conciencia de que los que realmente llevamos el país somos los ciudadanos. Ya son concientes de la ineficiencia de la estructura del Estado, cuya respuesta a sus reclamos de justicia es sencillamente impunidad y más impunidad
.
–Es raro ver a un obispo marchando…
–Siempre he trabajado en generar conciencia, es mi trabajo pastoral. Y la conciencia es que la sociedad no funciona si sólo hay cabeza y no hay cuerpo. Digámoslo así: el Estado mexicano no sólo lo forman las cabezas estúpidas, la conformamos todos los ciudadanos que tenemos una responsabilidad con el país y ahora tienen que cuestionar la correcta aplicación de la ley para hacer justicia, para acabar con este desorden espantoso
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