La relación sexual no es sólo una actividad física, social y cultural, sino uno de los procesos biológicos más complejos, que involucran hormonas y neurotransmisores producidos por el mismo organismo.
Ignacio Camacho Arroyo, académico del departamento de biología de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que durante el coito el cuerpo sufre transformaciones internas, fundamentales en la sensación del placer.
Para que se presente la conducta sexual, los seres humanos deben producir hormonas. En las mujeres suben los niveles de estradiol y progesterona, y en el hombre los de testosterona.
Estas hormonas se producen principalmente en las gónadas (ovarios en el caso femenino y testículos en el masculino), pero también pueden generarse en las glándulas adrenales (importantes para las reacciones al estrés) y en algunas regiones del cerebro.
En la actividad sexual están involucradas sustancias como oxitocina, prolactina, serotonina, dopamina, noradrenalina, el ácido gama amino butírico y opiáceos endógenos como encefalinas y endorfinas.
En el proceso de coito hay infinidad de cambios en los niveles de estas sustancias, lo que permite al ser humano disfrutar de la relación, explica el profesor.
Diversas investigaciones han registrado que en este proceso hay rápidas contracciones musculares, que posteriormente conducen a una total relajación.
Camacho, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, señala que durante el orgasmo hay un cambio prácticamente total en todo nuestro cerebro
.
En su laboratorio, el profesor de la FQ ha investigado algunas de las consecuencias biológicas del amor. En términos biológicos, éste es un proceso neuroendocrinológico complejo en el que se manifiestan emociones tanto positivas (seguridad, confianza y euforia), como negativas (ansiedad, obsesión y depresión).
no se puede hablar de una sola molécula del amor. Intervienen de manera importante neurotransmisores. como la serotonina y la dopamina, péptidos como la oxitocina y la vasopresina, que forman los lazos entre parejas, hijos o padres, así como los péptidos opioides que están relacionados con el dolor y el placer, señala
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