Susana González
Charlie Cordero, Miguel Ortiz Monasterio, y Rodrigo Moheno, fundadores de México Vivo. Foto: Masaryk TV
México DF, febrero 24 de 2011.
En una tarde soleada y en un ambiente rústico, Charlie Cordero Hernández, “El rey de la noche”, así conocido por muchas personas del llamado jet set; relata la manera en que se enfrentó a su nueva vida tras ser diagnosticado VIH positivo y cómo sus amigos lo ayudaron a reencontrarse consigo mismo.
El publirrelacionista, también detalla que creó la Fundación México Vivo, con la intención de “transmitir la problemática que existe para entender a quienes viven con VIH/sida”, y comenta que se encuentra “consciente de que como mexicanos, tenemos la responsabilidad de hacer un mundo mejor”.
El rey de la noche
En 1975 arribó al Distrito Federal, proveniente del estado de Guanajuato, un adolescente deseoso de abrirse paso en esta gran ciudad. Charlie Cordero recuerda que cuando llegó para estudiar Diseño Gráfico e Industrial en la Universidad Iberoamericana, no traía dinero. La vida le presentó las circunstancias para meterse al mundo de las relaciones públicas. Le ofrecieron trabajar en un restaurant-bar llamado El Olivo, posteriormente laboró en La Cucaracha, Los Centenarios, La Suite, y Las Veladoras.
“No fue difícil porque siempre he sido una persona de fiesta, pero lo interesante de todo es que empecé a tener el dominio o el acceso para entrar a los mejores lugares de la ciudad, tenía contacto con políticos, con gente de la farándula, de todas partes. Es decir, estar cerca de Charlie Cordero era estar cerca del reventón más nice”.
En 1995 Charlie Cordero gozaba de enorme popularidad como publirrelacionista. No obstante, atravesaba por una enorme depresión. Se resistía a aceptar que un virus en aquellos años considerado mortal se estaba apoderando de su cuerpo.
“Fue la época más dolorosa de mi vida. Sentía miedo, la cercanía de la muerte. Si bien es cierto que desde que nacemos lo único que tenemos seguro es la muerte, con esta enfermedad se te remarca más. Lo que me da miedo, no es la muerte, si no el término de la vida, de qué manera voy a terminar. En ese tiempo me veía muy deteriorado y comencé a pensar en mi vida social y a preguntarme en qué momento me empezarían a rechazar”.
Crisis emocional
“Quise evadir la realidad sumergiéndome en la droga, en el alcohol. Pocas veces cuento esto porque es muy fuerte, pero en el año 2000 una gran amiga llamada Mariana Cuevas me dijo: Charlie, te tengo dos opciones. Una, ir con un médico para que tratarte, la segunda es que, te puedo conseguir unos medicamentos para que te mueras de una vez, porque tu suicidio lento también está llevando a tus amigos.
“Eso me hizo ver que mal estaba, obviamente, después me dijo que jamás me conseguiría esos medicamentos, pero fue su manera de hacerme reaccionar. Casualmente cuando acepté tratarme y fuimos al hospital, el médico que me revisaría nunca llegó. Yo estaba muy afectado por las enfermedades oportunistas. Desesperada, mi amiga empezó a gritar que llevábamos tiempo ahí esperando. En ese momento llegó un ángel”.
Charlie Cordero se refiere al doctor Gustavo Reyes Terán, en ese entonces Jefe de Infectología del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, quien le preguntó a Mariana Cuevas: “¿Qué le pasa? ¿por qué está tan alterada?”.
–Es que mi amigo se está muriendo y el doctor que lo revisaría no ha llegado.
–El médico no ha llegado porque chocó su auto, pero no se preocupe, yo lo revisaré.
Iniciaron los análisis médicos. Reyes Terán le dijo al “rey de la noche” que por negarse a aceptar que vivía con VIH y no atenderse médicamente, el virus se había adueñado de su cuerpo. La advertencia fue terrible: “Únicamente le quedan seis meses, pero si quiere, podemos iniciar un tratamiento antirretroviral para ver qué podemos hacer”.
“Y como todo en la vida se relaciona con la mente, aunado a que en verdad mis amigos demostraron serlo, mi actitud comenzó a cambiar. El número de copias del VIH descendió, mis células CD4 se incrementaron, hasta que en 2002 registré carga viral indetectable. En ese momento entendí que algo o alguien me estaba regalado una vida extra”.
México Vivo, una esperanza más
Charlie Cordero recuerda que cuando le informaron que sus defensas y sistema inmune se habían fortalecido lo invadió una “emoción indescriptible”. En ese instante decidió apoyar fuertemente al doctor Gustavo Reyes Terán para crear el Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas (Cieni) del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. En ese momento el Cieni sólo era un proyecto. “Eso le dio sentido a mi vida, saberme seropositivo me convirtió en una persona más optimista”.
En ese contexto nació la Fundación México Vivo, se trata de un proyecto con alto significado para Cordero puesto que representa un “parteaguas” para apoyar a personas que viven con VIH.
“Queremos hacerles saber que no están solos y comunicar a la sociedad que esta pandemia no es exclusiva de un grupo poblacional, sino que cualquier persona puede verse afectada”.
Charlie comenta que en 2003 le pidió a Miguel Ortiz Monasterio, propietario y director de Grupo Medios, que presidiera la fundación. Después habló con Rodrigo Moheno para que la dirigiera. “Les dije apóyenme por favor porque para luchar contra el sida necesitamos de una fundación”. En ese momento también recibió el apoyo de Ángel Escudero, entonces directivo de la Organización de las Naciones Unidas en México y Centroamérica.
De esta manera, el “rey de la noche” logró uno de sus más preciados sueños: La creación de la Fundación México Vivo, misma que asegura “es muy criticada porque dicen que es elitista, pero no lo es, simplemente se trata de recursos que me ofrecen diversas personalidades. Cuando busco otro tipo de ayuda no me invitan, me rechazan, porque no es un tema que a los políticos les guste mucho tratar. Pero deberían de hacerlo ya que un pueblo sano, es un pueblo productivo”.
Finalmente, Charlie Cordero subraya que en la actualidad aún existe una cultura de oscurantismo en torno a este tema. “La gente aún piensa que el VIH/sida es una enfermedad exclusiva de gays”.
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