Redacción
Aspecto de la boda
México, DF, noviembre 08 de 2010.
Este año ha sido una bendición en adelantos, y es en mi opinión que, en cada uno de ellos, el motivo esencial ha sido demostrar que la población homosexual forma parte latente de esta sociedad, y hay que comprenderles y darles el espacio que ameritan; no obstante, estoy totalmente de acuerdo con Rolando Estévez, cuando decía que aún existe una parte de la oficialidad cubana que manifiesta su homofobia.
La Directora Provincial de Cultura, Dulce María López, 24 horas antes y con todo dispuesto, nos dijo que realmente le daba muchísima pena, pero una actividad como esta, y de tal magnitud, no se podría realizar en una institución cultural. Por lo cual, si queríamos realizar la susodicha boda, la tendríamos que hacer en nuestras casas, y casi estoy citando de memoria sus propias palabras, y me imagino que si uno no se encuentra dispuesto a pasar por estas vicisitudes y explicar con tantísima calma el verdadero motivo de las cosas, pues miles de ellas no podrán nunca ver la luz de la realidad.
Así que luego de una charla bastante calurosa y extensa, y no sin pocas condiciones, se nos permitió realizar la primera gran boda entre homosexuales masculinos en la Asociación Nacional del Danzón, en Pleno Boulevard de la Calle del Medio, de nuestra siempre Atenas de Cuba, Ciudad de Matanzas; claro está, abonándole a dicha institución y a la economía del país una bonita suma de dinero.
No sé si cada evento de este tipo que se ha realizado en otras provincias -como antesala de la aprobación del esperado por más de tres años Proyecto de Ley para el Matrimonio entre Homosexuales, y al cual se refirió el compañero Fidel en el discurso del 1 de septiembre como casi aprobado- ha provocado tanta tensión como este, pero lo cierto es que lo que no debería ser cierto, ni posible, es real en nuestra ciudad, y es el hecho de que a la fecha somos una de las provincias de más atraso en la mentalidad de la oficialidad y en su apertura necesaria, directamente proporcional a los momentos reales que vive el planeta.
Yo me pregunto: si la homosexualidad a principios de la década de 1990 dejó de verse como una enfermedad catalogada, y forma parte de nuestro sistema, ¿por qué aun no le queremos aceptar?, ¿por qué todavía no queremos aceptar los derechos de esta población cuyo único error es amar, intentar comprender y convivir en absoluta paz con una persona de su mismo sexo? Lo cierto es que aspectos como este, y las diferencias raciales, son puntos sobre los cuales nunca voy a estar muy convencido en que hay avances en la isla.
En fin. Llegó el día -un jueves por la mañana- y ya yo estaba despierto desde las 4:00 horas, preparando la ensalada fría que por tradición no puede faltar en una fiesta. Todo el resto del día lo necesitaría para el montaje de la decoración y la organización en sentido general del local. Desde días anteriores, habíamos sacado cuentas para invitar un promedio de 100 personas. Dos días antes esta cuenta, aumentó a 160, y el mismo día ya estábamos convencidos que obligatoriamente íbamos a exceder la cuenta de 200, y esto nos tenía más que preocupados; pero como siempre, hay alguien que a última hora se complica y no puede asistir, pues más o menos balanceamos a un total de 220 invitados, y a decir verdad, no sé si esta fue una excepción de los hechos; pero solo faltaron a la cuenta cuatro personas a quienes se les había dado invitación y más de 15 se sumaron a última hora. Una gran locura sencillamente hablando.
El tradicional convertible que debería pasear a los novios por la ciudad estaba convocado para las 20:00 horas. Salió media hora después con una comitiva de motores y un Jeep Willy que llevaba a las madres, quienes entregarían a los hijos en la ceremonia matrimonial.
Otra de las cosas que no comprendo aquí es cómo una actividad que casi hasta última hora se mantuvo en el más absoluto silencio, como por arte de magia corrió de boca en boca por toda la población, que desde temprana hora abarrotaba las calles para no perderse el espectáculo. Heterosexuales, homosexuales que no habían sido invitados, con toda la emoción reflejada en sus rostros. Mujeres, niños, y ni una sola expresión de burla, ni comentarios obscenos en contra de tan inesperado e inacostumbrado paseo. Esto me recordó el recorrido de las restos del Che cuando las calles por ambos lados se llenaron de personas a lo largo de la ciudad para rendir homenaje a nuestro querido y solidario amigo.
La pequeña dama de honor, hija de uno de los contrayentes, entró al salón con una cesta llena de pétalos de rosa que dispersó por todo lo que sería el paso de los novios, dejándoles un camino de pasión y de pureza. La misma pasión que los unió en la decisión de celebrar este acto, que aunque no eternamente, por lo menos los enlazaría al recuerdo inolvidable del mañana, por la fortaleza y valentía de sus sentimientos en el presente.
Luego entraron las restantes damas de honor, todas maravillosamente vestidas de blanco, con detalles rojos. Y comenzó la música: una suave y deliciosa melodía que nadie se esperaba, y subió al escenario Osiel García, de República Dominicana, especialmente invitado por los novios para entonar el Ave María, que lejos de provocar aplausos, dejó a los invitados casi con la boca abierta. Al final, llevados de la mano de sus madres, entraron los novios, en sus trajes del más puro blanco y con pequeños detalles en rojo.
La ceremonia fue presidida por la licenciada Yakima, a su vez secretaria de la Excelentísima Jueza del Palacio de Justicia de la Ciudad, quien hizo algunas modificaciones al código de ley y explicó que este acto seria la antesala del proyecto de Ley.
Bajo la dirección artística del maestro Eduardo Bru, quien se desempeña además como coreógrafo en el Polo Turístico de Varadero, y a quien pudimos ver en acción y agradecemos enormemente su colaboración en los festivales contra la homofobia y el Día Mundial de Lucha Contra el sida, se desarrolló el show, con la presencia del cuerpo de baile. Entre congos y maracas, y los acostumbrados y conocidos artistas del transformismo Sait y Paola.
Y bajo vítores, gritos de alegría y miles de aplausos, hablaron los novios y empezó la fiesta, que tuvo un final feliz para todos, a las dos de la mañana. Estresante para mí, una hora después que terminé de limpiar y recoger toda la locura que se había armado en aquel salón.
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