Xochitl Celaya Enríquez
México DF, septiembre 14 de 2010.
“Emocionalmente me siento muy mal. Me he llegado a preguntar si vivir con VIH es un delito”, dice Armando Uri Cepeda García, quien recibió todo el apoyo de su pareja desde el momento en que se supo VIH positivo, pero no corrió con la misma suerte en el ámbito laboral.
“No les convenía tener a una persona sidosa en su empresa”, refirió Cepeda García, de 21 años de edad, al explicar que fue víctima de un despido injustificado el pasado miércoles por la cadena de tiendas 7-eleven, cuyos directivos lo obligaron a presentar su renuncia por ser portador del virus.
Originario de Toluca, estado de México, Armando Uri fue detectado positivo al VIH el 5 de febrero de este año, por lo que decidió asistir a la Clínica Especializada Condesa para realizarse una valoración. Después, se trasladó al Centro de Atención Profesional a Personas con Sida en el que sólo podían atenderlo en horarios en los que el laboraba, por lo que se vio obligado a revelarle a su gerente la situación por la que atravesaba. “Ella me forzó a decirle a la jefa superior”.
En mayo pasado, Cepeda García tomó sus vacaciones y en cuanto regresó comenzó a vivir los actos discriminatorios por parte de la empresa. “A mi regreso me cambiaron de tienda. Es una estrategia que manejan como un castigo, para fastidiar a la gente y correrla”, detalló.
Después de trabajar durante una semana, se reincorporó a su antiguo establecimiento. Ahí le informaron que estaba despedido debido a que la empresa tenía inventario alto.
Cepeda asegura que no le respetaron su intimidad. Constantemente, los clientes le preguntaban sobre su estado de salud. Así se enteró de que la gerente Adriana Jacobo comentaba su estado serológico. “Ella dio información a toda la gente que le preguntaba sobre mi. Le decía: ‘Ya lo cambié por sidoso’”.
Por los hechos, Cepeda presentó una demanda ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación contra Adriana Jacobo, gerente de establecimientos 7-eleven.
La semana pasada se hizo una audiencia de conciliación con la gerente general, y representante de la empresa, Araceli Ríos. La Procuraduría de la Defensa del Trabajo envió a Ríos un primer oficio por haber autorizado el despido. Sin embargo, la gerente no se presentó a la audiencia. “Estoy muy en desacuerdo porque no se vale que nos estén discriminando”, comentó Armando.
Su madre y su padrino con quienes vive lo apoyan económicamente. “Mi mamá no sabe que tengo VIH porque me da miedo que se llegue a enterar”.
Relata que desde su detección, los amigos con quienes compartió la noticia, le recomendaban que no se sintiera mal. Sin embargo, considera una injusticia perder el trabajo y cambiar sus planes de vida por esta situación.
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