jueves, 25 de febrero de 2010

LULA ONU‏

Mientras viva el imperialismo, los países y organizaciones seguirán amenazadas, divididas y sojuzgadas

Pedro Echeverría V.

1. De los últimos seis discursos que escuché de la Cumbre del Grupo de Río por vía internacional Telesur, el que más me ha puesto a pensar fue el del presidente de Brasil Lula Da Silva, cuando señaló algo así: que los problemas y las limitaciones de la ONU y de su Consejo de Seguridad, integrado por Francia, China, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética (hoy Rusia) que tienen poder de veto en cualquier resolución de la ONU, son dichos estados. No he podido conseguir el texto de esa intervención, pero la idea de que esos países –desde agosto de 1944- han dominado los acuerdos en el mundo, me ha puesto a meditar sobre nuestra miniatura ante el poder mundial.

2. Mientras nuestros pobres pueblos, ciudades, países, están preocupados por asuntos muy inmediatistas, domésticos, cuando más nacionales, los grandes problemas económicos, políticos, decisivos, se resuelven a nivel de Consejo de Seguridad entre cinco países poderosos o en los salones de la Casa Blanca o el Pentágono. Me gusta esa idea de Lula porque coincide con lo que he venido planteando hace varias décadas en el sentido que sólo estemos preocupados o limitados por problemas caseros buscando qué comer mañana, quejándonos de los baches de las ciudades o que fulano de tal (mi vecino) es un político corrupto, cuando los problemas del mundo se deciden en otro lado.

3. No sé si era el sentido del discurso de Lula, pero aprovecho tomar la idea que podría estarse pensando acerca del “triunfo” de la cumbre al aprobar una nueva organización de Latinoamérica y el Caribe en donde el gobierno del imperio de EEUU no tenga cabida. ¿Hasta qué grado, hasta cuándo una organización internacional o una serie de países podrán ser independientes o autónomos si sobre ellos funciona la ONU y un Consejo de Seguridad totalmente dominados desde 1944 por los países más poderosos, con grandes inversiones en veintenas de naciones subyugadas? ¿Hasta cuándo personajes como Chávez, Morales, Castro, Correa, podrán conservarse autónomos sin ser derrocados?

4. Me imagino a los habitantes de un pueblito mexicano echándole la culpa de todos los males al presidente municipal o al tendero de la esquina por encarecer mercancías, sin darse cuenta que pueden cambiar a cuantos presidentes y tenderos quieran y las cosas tendrán que seguir igual. Pienso que en la cabeza de Lula fluía una realidad: que ni los presidentes de los distintos países podrían hacer nada en lo individual frente al gran poder transnacional de los bancos, los consocios y los ejércitos. Ahora es cuando se puede entender a Marx cuando señaló que “los obreros no tienen patria” y que los proletarios del mundo tienen que estar unidos para enfrentar al gran poder internacional.

5. En México hace mucho tiempo que no se deciden las políticas y ni los rumbos de la economía. Por lo menos no puede olvidarse que a fines de 1982, “para remediar el tremendo desplome económico del país”, se tuvo que firmar una “carta de intención” con el FMI en la que México se sometió a un programa impuesto por el gobierno de EEUU, pero sobre todo, a la supervisión permanente de pago de la deuda, de los intereses, de recortes presupuestales públicos, de apoyo a las empresa privada, de devolución de los bancos, de venta de paraestatales, de permanente privatización. Es decir, el gobierno nacional sólo podría manejar un pequeño margen de la economía.

6. Lula preguntó algo parecido a esto: ¿Por qué los países que han dominado la ONU desde el fin de la guerra mundial lo siguen haciendo a su antojo? Al parecer mi coincidencia con Lula es por una especie de pesimismo al pensar que en el interior de los países se puede hacer mucho, pero casi nada mientras domine esta estructura mundial que se impone a todos los países. Siento que en el interior de su discurso estaba una advertencia: “no canten victoria, hemos logrado mucho con crear un organización sin la presencia de los EEUU, pero no olviden que por encima está la ONU, el Consejo de Seguridad, la Casa Blanca, el Pentágono y todas las poderosas armas nucleares que amenazan al mundo”.

7. ¿Qué pensará un gobernante inteligente que tiene la convicción de que las economías o el bienestar de los países dependen de políticas mundiales y que, al mismo tiempo tienen que solucionar en cada país problemas individuales de pobreza y miseria, que tiene que dar ayudas económicas o limosnas, así como de las políticas asistencialistas que sólo sirven para remediar o prolongar el desempleo y la miseria? Ante esas disyuntivas de solucionar problemas muy individuales y concretos en cada pueblo, ciudad o país, y preocuparse por las grandes batallas externas, generales, contra la dominación imperial, encuentro a dos tipos de políticos: unos muy nacionalistas y otros con mayor visión.

8. Quizá pensando en esa poderosa estructura internacional del capitalismo se puede llegar a estar de acuerdo con el escritor Holloway y su planteamiento de “cambiar el mundo sin tomar el poder” o con el Trotsky de la revolución permanente que negó que pudiera construirse el socialismo en un solo país o en un grupo de países si la poderosa estructura capitalista seguía sometiéndonos. El problema es que esos pocos países serían bloqueados sin posibilidad de desarrollarse, se aburguesarían o crearían falsas expectativas. Quizá, como dicen los anarquistas, el poder corrompe y es peligroso, por eso hay que combatirlo. La realidad es que el capitalismo ha cambiado para seguir siendo igual.

9. Le guardo un gran respeto a los marxistas ortodoxos y heterodoxos, pero sólo a aquellos que durante varias décadas lucharon y han batallado con gran pasión y honestidad. Sigo pensando en “la revolución ininterrupida” de Marx que el capitalismo en sus diferentes fases y formas pudo desviar. A pesar de esa poderosa estructura mundial dominada en su nueva etapa desde el fin de la guerra (1944/45), como dice Lula, debemos tener esperanzas y hacer todo lo que podamos para que los países del mundo se unan contra los yanquis y demás capitales internacionales. No hay que esperar sentaditos para ver pasar el cadáver del imperialismo, tenemos que poner nuestro granito de fuerza para destruirlo.

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