México: El PRI “centrista”, como pez en el agua, ha manejado en 80 años a la derecha y a la socialdemocracia
Pedro Echeverría V.
1. Las políticas de alianzas en los partidos son harto difíciles; dependen siempre de los objetivos que se busquen. Si busco aliarme para robar deberé saber quiénes son los políticos y empresarios efectivos para ello; si busco dar un golpe de Estado, quizá debería aliarme con los militares indicados; si quiero levantar un movimiento de masas debo conocer a la gente más activa y honesta; si quiero organizar una guerrilla para hacer una revolución al estilo Cuba, hay cientos de campesinos dispuestos a integrarse. Las alianza de la socialdemocracia de izquierda del PRD con la ultraderecha panista ha sido criticada por el PRI como antinatural; pero cuando las alianzas son con el PRI (que suele ubicarse históricamente en el centro) se ven siempre naturales porque el PRI es empresarial y, al mismo tiempo, ha sabido manipular calificándose como “nacionalista, revolucionario e institucional”.
2. El PRI nació casi directamente de la revolución burguesa mexicana de 1910-17. Fue creado en la misma línea de los gobiernos de la revolución y por los personajes políticos (líderes, generales, caudillos, caciques, terratenientes, rancheros) que participaron en ella. El PRI sirvió para aglutinarlos bajo la dirección del caudillo o el grupo más fuerte inscrito en su seno. El PRI –con sus dos anteriores denominaciones (PNR y PRM)- representó durante 60 años el 95 por ciento de los altos y bajos funcionarios públicos electos y de nombramiento. Sólo hasta finales de los ochenta comenzó a cambiar la proporción para bajar a un 60 por ciento del poder. El PRI nunca tuvo una competencia electoral real porque los partidos de derecha (PAN, sinarquistas) y de la llamada izquierda (comunistas, socialistas) fueron casi inexistentes, sirviendo como grupos subsidiados de presión.
3. El PAN (1939) y el sinarquismo no nacieron del PRI sino de la iglesia, del movimiento cristero, del empresariado y de los hacendados, en oposición al llamado “socialismo” cardenista calificado de anticlerical, proestatista, expropiador de tierras, creador de la educación “socialista”, nacionalizador de los ferrocarriles y expropiador del petróleo. Tampoco la izquierda nació del PRI sino de las líneas internacionales de los viejos utopistas del siglo XIX, de los anarquistas Bakunianos (floresmagonistas) y de las líneas del comunismo internacional de 1919. La socialdemocracia de izquierda encabezada por Cárdenas y Muñoz Ledo, nació del PRI, pero al confrontarse con el PRI salinista neoliberal en 1986. La realidad es que la izquierda en el XIX no fue juarista porque Juárez era un liberal avanzado, pero hasta ahí, por eso persiguió a los campesinos expropiados.
4. En todo el mundo – supongo porque no lo he investigado- los partidos y las posiciones centristas siempre derrotan electoralmente a las derechas y a las izquierdas de la social democracia. Por lo menos el PRI mexicano, desde 1929, con una inaudita facilidad, ha manipulado a todos aquellos políticos desesperados por ocupar algún cargo y cobrar una lana (plata, dinero, salario). Su posición centrista –de no pelearse con nadie: ni con los empresarios, ni con los trabajadores; ni con la revolución cubana ni con el imperialismo yanqui; ni con el PAN ni con la SD de izquierda- le permitió gobernar 71 años con gobiernos propios y cogobernar con los gobiernos panistas de Fox y Calderón. El PRI, siendo como dicen hoy, muy “incluyente”, le ha “jugado el dedo en la boca” a la derecha y a la socialdemocracia, aunque hay que reconocerlo, también a la izquierda radical.
5. En el PRI se han dado gobiernos radicalmente “anticlericales” (callismo), “socialistas” (Cárdenas), de derecha (1940-58), “de extrema izquierda dentro de la Constitución” (lópezmateísmo), nacionalistas revolucionarios (Echeverría Álvarez y en parte López Portillo) y del neoliberalismo “social” (salinismo), pero todos se han apoyado a los empresarios y a los socialdemócratas de izquierda. El PAN, por el contrario, con posiciones clericales, empresariales, proyanquis, no ha querido nada con la “izquierda comunista” porque ésta tiende a buscar una “dictadura del proletariado”. Aunque abunden los disfraces los electores tienden siempre a rechazar los “extremos” y a colocarse en un “justo medio”. Con ese mismo argumento en muchos países de Europa no se pueden distinguir diferencias entre izquierda, derecha y centro; todos buscan el centro y han sido más de lo mismo.
6. El PRI sí ha tenido ideología, pero de búsqueda permanente de poder sin importarle los principios políticos éticos o morales. Éstos sólo le han servido para adornarse, para armar sus discursos, ganar clientela y votos. Lo grave es que todos los partidos políticos han sido sus discípulos, buscando el mayor parecido a él. El PAN y el PRD, así como los otros partidos, buscan también colocarse en el centro renunciando temporalmente a sus “viejos” principios ideológicos. Es la simple repetición de lo que ha sucedido con los partidos en Europa y los EEUU. Pueden fácilmente responder a los nombre de socialdemócratas, socialcristianos, conservadores, laboristas, liberales, socialistas o comunistas, republicanos o demócratas, etcétera; pero en la práctica representan siempre lo mismo pues cada partido y cada político funcionan al servicio de los consorcios y monopolios del poder.
7. Por la oscilación del PRI hacia la derecha y la izquierda, las alianzas con él no son distantes, por el contrario cuando “los extremos se tocan” se produce la alarma. Pero en los próximos años nos daremos cuenta que no hay tales extremos, que los tres o más partidos son más lo mismo porque están unificados ideológicamente en la búsqueda del poder y como guardianes que garantizan la conservación de la sociedad capitalista. La llamada democracia formal (no hay otra) que también le llaman “participativa” al descansar en procesos electorales, jerarquías autoritarias, poderes verticales, legislaciones impuestas por la misma clase dominante, nulifica cualquier acción independiente de masas. Éstas tienen que hacer enormes sacrificios para defenderse y, en la mayoría de los casos, no lo logran. Esperemos cambiar de raíz las cosas, pero sólo con la participación de los trabajadores.
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