Pinochet nunca se fue de Chile, como tampoco Franco de España; ¿Viva la democracia?
Pedro Echeverría V.
1. El triunfo del empresario derechista Sebastián Piñera en la segunda vuelta de los comicios presidenciales realizada ayer en Chile, así como la derrota del candidato oficialista, el ex presidente Eduardo Frei, democristiano postulado por la gobernante Concertación, marca el fin de un ciclo político: el que siguió a la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet, y que reinsertó al país austral en la democracia formal, con una sucesión de cuatro gobiernos de centro derecha y ¿centro izquierda? (Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet) Esos gobernantes de la “concertación” chilena nunca se atrevieron a tocar al tal Pinochet, a sus militares y seguidores. ¿Nació derechista y reaccionario el pueblo chileno o fue hecho así por los grandes, empresarios, los políticos y el clero? ¿O es por incapacidad de la izquierda?
2. Espero la opinión de mi amigo el periodista chileno Andrés Figueroa. Mientras, me adelanto y afirmo que la democracia es el engaño más grande que conozco: el manto que el capitalismo ha usado para esconder la dictadura de los poderosos y así continuar explotando y manipulando al pueblo. No conozco ninguna democracia real o popular; todas las democracias son formales y sirven para legitimar con sus leyes la gran propiedad, la explotación, el dominio de una minoría, las elecciones sustentadas en la dilapidación de dinero y tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) productos de acuerdo entre las clases dominantes. Esto de “demos/pueblo y cratos/gobierno” o “gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, son simples frases antiguas fuera de contexto, pues “el pueblo” entonces era la misma clase “superior” dominante.
3. En la democracia formal, real, burguesa, se vale todo; mucho más el aplauso a la “alternancia” que permite, como en EEUU, Reino Unido, Francia, España, Chile, etcétera, mediante acuerdos, que durante cuatro u ocho años gobierne una pandilla empresarial y luego se intercambie con otra pandilla, igual de hijos de putas. Con lo único que no tiene que ver la democracia es con el pueblo trabajador que nunca ha gobernado y las pocas veces que ha intentado medianamente acercarse al gobierno (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua) ha sido bloqueado, bombardeado, invadido, dividido y calumniado) Nunca se ha comprendido que la democracia es lo que conocemos como una estructura de poder -esencialmente electoral- que nada tiene que ver con el pueblo trabajadores, con la justicia y la igualdad. La democracia está contra la autogestión.
4. La democracia chilena demostró ayer domingo que más de la mitad del pueblo sigue con Pinochet, el general que derrocó y asesinó a Salvador Allende aquel septiembre de 1973 y que durante cinco años estableció en Chile un Estado de Sitio, mismo que le permitió asesinar a muchos miles de luchadores sociales. No sé si el altísimo porcentaje (¿90 por ciento?) de bisnietos o tataranietos españoles y alemanes en Chile sigue determinando la ideología, así como en España los franquistas siguen imponiéndose en los distintos gobiernos de la alternancia. ¿Y qué tal si el voto es un rechazo a la blandenguería y la corrupción de los gobiernos de la llamada “Concertación” que nunca se decidieron a encarcelar a los generales asesinos y sus aliados? o ¿Qué pensar hacer candidato a una “democracia cristiana” que desde fines de los años cincuenta ha sido enemiga de la izquierda?
5. El demócrata/electorero, “socialista” Salvador Allende, que había sido derrotado en dos ocasiones por el partido democristiano encabezado por Eduardo Frei (padre), sólo pudo gobernar tres años (1970-73), por el contrario el golpista y asesino general Pinochet pudo gobernar –junto al ejército- 18 años, es decir, hasta que Patricio Alwyn, electo, se hizo cargo del gobierno en 1990, para luego dar paso a Eduardo Frei (hijo) cuatro años después. La realidad es que la “Concertación” fue una farsa: en 1998 fue designado Pinochet, por la legislatura de Frei, “Senador Vitalicio”. Con Ricardo Lagos en el gobierno, Pinochet fue perdonado en Chile de decenas de desapariciones, asesinatos y otros cargos, aduciendo “motivos de salud”. Esa farsa “concertacionista” dio paso en 2006 a Michelle Bachelet con un discurso mediatizador que hizo regresar al pinochetismo.
6. Cuando Allende fue derrocado, en México muchos pensamos entre los grupos de la izquierda antiparlamentaria que el MIR chileno –dirigido por Miguel Enríquez, crítico de izquierda frente al gobierno de Allende- (es importante aclarar que hubo un MIR boliviano, otro venezolano y otro peruano) encabezaría una gran insurrección que radicalizaría al pueblo salvajemente reprimido por el golpista Pinochet; sin embargo la realidad fue totalmente diferente; fue el partido más perseguido y sus dirigentes fueron asesinados, además que tampoco sopesamos que muchos miles de militares del ejército norteamericano –encabezado por el canciller nixoniano Kiessinger- habían ocupado Santiago de Chile. ¿Qué caso tiene ahora reiterar la historia si la realidad está demostrando que el pinochetismo, como el franquismo en España, sigue manteniendo su gran fuerza?
7. La “alternancia democrática” en los gobiernos España entre PSOE y PP, en los EEUU entre demócratas y republicanos o en México entre el PRI y el PAN no hizo cambiar ni un milímetro la terrible injusticia y la desigualdad; por el contrario las diferencias económicas y sociales se hicieron más extremas, se polarizaron. La “alternancia” hace cambiar personas pero dentro de la misma clase social explotadora, pero es aplaudida por la clase dominante porque engaña a la población y permite continuar por más años con el saqueo. Es sólo cambiar de cargos, de ocupaciones, mientras regresan a lo mismo. Como diría el filósofo Kosik, es mostrarnos la apariencia, el lado falso, para escondernos la esencia que es la continuación de la explotación y la opresión. Pero como la mayoría de la población no investiga y suelo conformarse con el mundo aparente, se la joden.
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