Zacatecas, Zac., 3 de octubre. Cinco ex militares que pertenecieron al batallón de fusileros paracaidistas plasmaron en el libro Testimonios del 68 su experiencia sobre los sucesos del 2 de octubre, donde describen fragmentos de aquel pasaje histórico y cuestionan el papel de las fuerzas armadas contra los estudiantes y la población en general.
La edición –de sólo mil ejemplares–, en tinta café y bajo el sello de la editorial Tres Torres, se hizo con aportaciones de los municipios Villa de Cos, Vetagrande y Morelos, gobernados por el Partido del Trabajo, además de la Universidad Autónoma de Zacatecas y una empresa refaccionaria.
En 89 páginas narran momentos de cuando entraron a la Plaza de las Tres Culturas a bayoneta calada
para desalojar a los estudiantes, hechos de los que ahora se dicen arrepentidos
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En la introducción, Salvador Pintor Rodríguez, Gustavo Román, Tomás Acuña Martínez, Rigoberto Domínguez y Víctor M. describen cómo, a principios de 1968, la Fuerza Aérea Mexicana reclutó a 150 adolescentes que realizaban su servicio militar en el estado, quienes tenían ideales patrióticos y sueños personales; se les mostró un mundo donde el Ejército era la mejor opción
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Sin embargo –señalan–, la vida militar les mostró la realidad empapada de abuso de poder y violencia. Al final comprobaron que la autoridad manipula la justicia y abusa de los ciudadanos
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Gustavo Román describe: mi primera participación fue disolver una manifestación en la Normal de Maestros (...) el cuerpo de granaderos no pudo (...) por ello se requirió la acción de los paracaidistas
. Recuerda que intervino en tomar el Casco de Santo Tomás
, donde “la resistencia de los estudiantes fue mayor e incluso se llegó a los golpes y los forcejeos. “El comandante nos dijo que esos jóvenes eran líderes cubanos comunistas que querían boicotear las Olimpiadas (…) a partir de ese momento se empezó a manejar el código Alerta Roja, el cual significaba que deberíamos estar listos las 24 horas para entrar en combate”.
Pintor Rodríguez reflexiona sobre posteriores sucesos, como el halconazo de 1971 y matanzas recientes, como las de Aguas Blancas y El Charco, en Guerrero, y Acteal, Chiapas. Yo me pregunto: ¿para qué sirve el Ejército?
Sobre Tlatelolco, Rigoberto Domínguez destaca que al finalizar el tiroteo recibieron la orden de subir a la parte superior del edificio Durango para desalojar a quienes desde ahí habían disparado y habían causado bajas a militares y policías
, además de estudiantes y civiles. Empezaron a bajar a muchos detenidos, que no tenían nada de estudiantes: eran personas como de 28 a 40 años y con armas que al ver las nuestras daban risa
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