Los países tienen siete años para estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el cambio climático, ya que los niveles mínimos aceptables en la atmósfera son 445 partes por millón (ppm), 15 ppm más de lo que existe actualmente, advirtió el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Se deben hacer “grandes esfuerzos” para revertir esa tendencia, señala.
En el estudio ¿La solución natural? El papel de los ecosistemas en la mitigación de cambio climático, el organismo internacional precisa que la tasa de emisiones de GEI va en aumento, y de acuerdo con estimaciones recientes, el crecimiento anual de bióxido de carbono en la atmósfera fue en promedio de 2 ppm entre 1995 y 2000, mientras que entre 1960 y 1995 fue de 1.25 ppm.
Recuerda que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático ha considerado que para evitar los peores efectos de este fenómeno se deben establecer en la atmósfera concentraciones mínimas de GEI equivalentes a 445 o 490 ppm de bióxido de carbono, la concentración actual, según el PNUMA, es de 430 ppm y a las tasas de emisiones alcanzarán su umbral en siete años, “incluso antes si continúa la producción acelerada que se ha observado en los primeros años de este siglo”.
Indica que los GEI emitidos como consecuencias de las acciones humanas forman parte de los ciclos de carbono y del nitrógeno. “A causa de estos ciclos, no todos esos gases permanecen en la atmósfera; se calcula que en 150 años los océanos han absorbido casi 30 por ciento de estas emisiones y los ecosistemas terrestres, poco menos de ese porcentaje”.
Considera que las concentraciones de GEI pueden estabilizarse, reduciendo las emisiones por el uso de combustibles fósiles y con el aumento de la tasa de absorción de gases, pero no bastará “para evitar un severo cambio climático en las próximas décadas”.
Agrega que aun con disminuciones drásticas en las emisiones derivadas de los combustibles fósiles, las prácticas actuales de uso de suelo –deforestación y erosión– seguirán ocasionando aumentos considerables en las concentraciones de GEI.
Se deben garantizar las reservas de carbono existentes en los ecosistemas naturales y mantener las zonas agrícolas seguras y tratar de elevar el ritmo al que se secuestra carbono en estos sistemas.
Reconoce que actualmente algunos aspectos del ciclo de carbono escapan al control de las políticas directas o la intervención tecnológica, sobre todo el comportamiento de los océanos como mediadores del ciclo de carbono y del ciclo mundial.
Para revertir el calentamiento se requieren esfuerzos que incluyan las pérdidas de carbono procedentes de ecosistemas como bosques y selvas; “la gestión de los ecosistemas para mantener sus reservas de carbono no sólo puede reducir las emisiones de ese gas, sino también absorber el dióxido de carbono de la atmósfera. Restaurar algunas de las grandes cantidades de carbono perdidas en los suelos, en particular en tierras agrícola y en las áridas, es lo que tiene el mayor potencial”.
En el estudio ¿La solución natural? El papel de los ecosistemas en la mitigación de cambio climático, el organismo internacional precisa que la tasa de emisiones de GEI va en aumento, y de acuerdo con estimaciones recientes, el crecimiento anual de bióxido de carbono en la atmósfera fue en promedio de 2 ppm entre 1995 y 2000, mientras que entre 1960 y 1995 fue de 1.25 ppm.
Recuerda que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático ha considerado que para evitar los peores efectos de este fenómeno se deben establecer en la atmósfera concentraciones mínimas de GEI equivalentes a 445 o 490 ppm de bióxido de carbono, la concentración actual, según el PNUMA, es de 430 ppm y a las tasas de emisiones alcanzarán su umbral en siete años, “incluso antes si continúa la producción acelerada que se ha observado en los primeros años de este siglo”.
Indica que los GEI emitidos como consecuencias de las acciones humanas forman parte de los ciclos de carbono y del nitrógeno. “A causa de estos ciclos, no todos esos gases permanecen en la atmósfera; se calcula que en 150 años los océanos han absorbido casi 30 por ciento de estas emisiones y los ecosistemas terrestres, poco menos de ese porcentaje”.
Considera que las concentraciones de GEI pueden estabilizarse, reduciendo las emisiones por el uso de combustibles fósiles y con el aumento de la tasa de absorción de gases, pero no bastará “para evitar un severo cambio climático en las próximas décadas”.
Agrega que aun con disminuciones drásticas en las emisiones derivadas de los combustibles fósiles, las prácticas actuales de uso de suelo –deforestación y erosión– seguirán ocasionando aumentos considerables en las concentraciones de GEI.
Se deben garantizar las reservas de carbono existentes en los ecosistemas naturales y mantener las zonas agrícolas seguras y tratar de elevar el ritmo al que se secuestra carbono en estos sistemas.
Reconoce que actualmente algunos aspectos del ciclo de carbono escapan al control de las políticas directas o la intervención tecnológica, sobre todo el comportamiento de los océanos como mediadores del ciclo de carbono y del ciclo mundial.
Para revertir el calentamiento se requieren esfuerzos que incluyan las pérdidas de carbono procedentes de ecosistemas como bosques y selvas; “la gestión de los ecosistemas para mantener sus reservas de carbono no sólo puede reducir las emisiones de ese gas, sino también absorber el dióxido de carbono de la atmósfera. Restaurar algunas de las grandes cantidades de carbono perdidas en los suelos, en particular en tierras agrícola y en las áridas, es lo que tiene el mayor potencial”.
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